viernes, 26 de diciembre de 2008

Editorial de EL FINANCIERO ¿Epicentro? La Presidencia




Si, en la agonía del año, se pasa revista al quehacer político, con miras al
año venidero, el análisis se torna obligado ahora, ante la crisis financiera
y económica. El problema es económico, pero las soluciones pasan por el
filtro de la política. Crisis y política van de la mano.

El 2008 quedó plasmado en el Cafta. Su aprobación, con las leyes de
implementación, contadas las aperturas del ICE y del INS, pasará al activo
del Gobierno. En este rubro caben también logros relevantes de los
ministerios de Educación Pública, de Obras Públicas y Transportes, del INS,
del ICE (aunque lentos), de Hacienda (exceptuado el desliz electoral de su
jerarca) y de Salud, que cargó in extremis con el fardo enorme de la lucha
contra la pobreza, una gran promesa insatisfecha. Otras instituciones
pasaron sin pena ni gloria, y algunos, como Seguridad Pública,
Competitividad, Minaet y Ministerio de la Presidencia, cierran el año con un
déficit creciente y angustiante.

Esta enumeración plantea un problema político notorio: la administración ha
funcionado a punta de algunas parcelas exitosas, mas las partes no obedecen
a una visión de conjunto al compás de un gobierno coordinado. Prueba de ello
es que la mayor parte de los errores y de los deslices han tenido su asiento
en la Presidencia de la República. En segundo lugar, si el proceso del Cafta
y del referendo mostró, en este aspecto, un gobierno unido, una vez pasado
este trance, la disociación interna y la falta de liderazgo han sido
evidentes. Esta debilidad quedó inscrita en las denuncias de la prensa sobre
el secretismo de los bonos chinos y las consultorías financiadas por el BCIE
y Taiwán. La reacción de la Presidencia en ambos casos fue deplorable.

A partir de ahí, altos funcionarios del Gobierno han incurrido en graves
fallas: nombramiento de personas incompetentes para cargos estratégicos
(Seguridad Pública), declaraciones internacionales irreflexivas, confesión
de cansancio en la función pública, acusaciones falsas contra la prensa,
anuncio inoportuno y descaminado de un proyecto de Constituyente, elaborado
por un grupo de amigos del ministro de la Presidencia; allanamiento
—dichosamente infructuoso— del camino para que Víctor Láscarez, destituido
como cónsul en Nicaragua, ocupe una curul, sin valorar sus atestados;
amiguismo en el IFAM; desnaturalización publicitaria del informe de la
Contraloría sobre las consultorías, intromisión abusiva en el nombramiento
de la Sutel e hipertrofia irracional del Mínaet. Ha sido esta una escalada
irrefrenable hacia la ilegalidad y la violación de valores éticos básicos.

¿Por qué ha ocurrido esto y por qué no hay asomo de un alto en el camino?
Primero, por la realidad de un Gobierno bicéfalo, centrado en dos hermanos,
uno dedicado a bruñir su imagen, como objetivo primario, y el otro, a
satisfacer sus ansias de poder a corto y mediano plazos, ahora y más allá
del período presidencial, lo que deja de lado la función de gobierno.
Segundo, un Gobierno bicéfafo sin equipo, carente de autocrítica y que
rechaza la crítica ajena, campo abonado para la improvisación y, peor aún,
para la supremacía de intereses personales o políticos, a contrapelo del
bien común. Tercero, ausencia de liderazgo coordinador, promotor e
inspirador, lo que, en tiempos de crisis, como estos, pone en peligro la
institucionalidad y la misma democracia, ya que el vacío de poder y la
desconfianza, como se sabe, dan lugar a las peores desviaciones.

Estos son los hechos. Desde esta orilla resbaladiza estamos dando el salto
cronológico hacia el 2009 en medio de una campaña política. No hay cabeza en
casa, no hay visión de futuro, no hay sentido de unidad, mientras los enemigos
de la institucionalidad afilan sus armas. La responsabilidad histórica que
recae sobre el cogobierno Arias no deja lugar a dudas. El daño que le están
haciendo a nuestro país es muy elevado. Si la rectificación, en personas, en
ideas y en autoridad en la Presidencia, no es inmediata, las consecuencias
serán funestas.

No hay comentarios: