Costa Rica abre un capítulo a refugiada estadounidense
Tras años de huir y vivir con miedo, la estadounidense Chere Lyn Tomayko encontró en Costa Rica una nueva oportunidad para reconstruir su vida y ser amparada por el estatus de refugiada.
En enero de este año, Tomayko fue recluida en la cárcel a la espera de ser extraditada a Estados Unidos, donde le esperaba un juicio por secuestro internacional.
Pero su familia empezó a tocar puertas en el gobierno y organizaciones de derechos humanos, que de inmediato se unieron a la causa en favor de la estadounidense.
La luz de esperanza para la familia Montero Tomayko llegó el 23 de julio, cuando la ministra costarricense de Seguridad, Janina Del Vecchio, anunció que le otorgaba a la estadounidense el estatus de refugio, con el cual, automáticamente se cancelaba la extradición.
"Yo pude pasar toda la vida en la cárcel por mis hijas, pero ya estoy lista para ir a la casa", expresó Tomayko.
Con la odisea de Tomayko, Costa Rica se convirtió en la primera nación latinoamericana en otorgar protección a una mujer por su condición de víctima de violencia doméstica, y según sus autoridades, el pequeño país centroamericano se escribió así una nueva página sobre derechos humanos en el mundo.
La decisión de darle refugio a Tomayko, de 47 años, y madre de cuatro hijas, fue celebrada por la población costarricense, que se identificó rápidamente con la situación de la mujer, aunque también fue fuertemente condenada por Estados Unidos, donde era buscada por las autoridades de Texas.
El polémico caso salió a la luz pública cuando Tomayko se encontraba en prisión en Costa Rica, esperando a ser extraditada, pero su historia se remonta a 1997. En ese año la estadounidense vivía en su país, tenía dos hijas y estaba casada con el enfermero Roger Cyprian, pero era presuntamente víctima de agresión.
Esta situación la motivó a huir con sus dos pequeñas, de 10 y 8 años en ese entonces, hacia Costa Rica, país al que ingresó como turista. En el 2000, Cyrprian la denunció por secuestro internacional de la hija de ambos, Alexandria, y así, de una simple madre que busca la seguridad de sus hijas, Tomayko pasó a ser una de las personas más buscadas por el FBI.
En Costa Rica, Tomayko hizo una nueva vida tranquila y discreta. Se casó con el costarricense Javier Montero, con quien tuvo otras dos hijas, de 7 y 5 años.
Parecía que los horrores del pasado habían quedado atrás hasta que en septiembre de 2007 fue localizada por la Policía Internacional (Interpol), y ahí empezó de nuevo su calvario.
Washington manifestó a través de su embajada en San José que "si bien respetamos el derecho soberano de cualquier nación, nos preocupa que esto pueda establecer un precedente muy perjudicial para casos futuros de extradición".
Por su parte, el presidente costarricense Oscar Arias minimizó las protestas y señaló que "en este caso se trataba de proteger los derechos humanos y Costa Rica es líder en este tema".
Pero más allá del apoyo del ejecutivo costarricense, la liberación definitiva de Tomayko estaba en manos del Poder Judicial, y un juez se negó a firmar la orden de excarcelación, por lo que el caso debió ser elevado a los magistrados de la Sala Constitucional.
La pesadilla para esta mujer terminó el 25 de julio en la tarde, cuando la Sala Constitucional ordenó su excarcelación y Tomayko pudo, finalmente, reunirse como con su esposo e hijas.
Abandonó la cárcel vestida con unos simples pantalones de mezclilla y una camiseta rojo y azul, colores de la bandera de Costa Rica, que decía, "Tica (costarricense) de corazón", como una muestra de su aprecio por el país que le dio una nueva oportunidad.
Horas después, en una rápida conferencia de prensa, la estadounidense reiteró que "en este momento no puedo pensar en nada, sólo en ir a mi casa a dormir con mi esposo y mis chiquitas, y mañana jugar en el jardín con ellas".
Aseguró que siempre confió en que no sería extraditada "porque creo en Dios" y porque "Costa Rica es un país donde se hacen valer los derechos humanos de todas las personas", aunque manifestó que se veía a sí misma no como una heroína o símbolo alguno, sino simplemente como una "sobreviviente".
En enero de este año, Tomayko fue recluida en la cárcel a la espera de ser extraditada a Estados Unidos, donde le esperaba un juicio por secuestro internacional.
Pero su familia empezó a tocar puertas en el gobierno y organizaciones de derechos humanos, que de inmediato se unieron a la causa en favor de la estadounidense.
La luz de esperanza para la familia Montero Tomayko llegó el 23 de julio, cuando la ministra costarricense de Seguridad, Janina Del Vecchio, anunció que le otorgaba a la estadounidense el estatus de refugio, con el cual, automáticamente se cancelaba la extradición.
"Yo pude pasar toda la vida en la cárcel por mis hijas, pero ya estoy lista para ir a la casa", expresó Tomayko.
Con la odisea de Tomayko, Costa Rica se convirtió en la primera nación latinoamericana en otorgar protección a una mujer por su condición de víctima de violencia doméstica, y según sus autoridades, el pequeño país centroamericano se escribió así una nueva página sobre derechos humanos en el mundo.
La decisión de darle refugio a Tomayko, de 47 años, y madre de cuatro hijas, fue celebrada por la población costarricense, que se identificó rápidamente con la situación de la mujer, aunque también fue fuertemente condenada por Estados Unidos, donde era buscada por las autoridades de Texas.
El polémico caso salió a la luz pública cuando Tomayko se encontraba en prisión en Costa Rica, esperando a ser extraditada, pero su historia se remonta a 1997. En ese año la estadounidense vivía en su país, tenía dos hijas y estaba casada con el enfermero Roger Cyprian, pero era presuntamente víctima de agresión.
Esta situación la motivó a huir con sus dos pequeñas, de 10 y 8 años en ese entonces, hacia Costa Rica, país al que ingresó como turista. En el 2000, Cyrprian la denunció por secuestro internacional de la hija de ambos, Alexandria, y así, de una simple madre que busca la seguridad de sus hijas, Tomayko pasó a ser una de las personas más buscadas por el FBI.
En Costa Rica, Tomayko hizo una nueva vida tranquila y discreta. Se casó con el costarricense Javier Montero, con quien tuvo otras dos hijas, de 7 y 5 años.
Parecía que los horrores del pasado habían quedado atrás hasta que en septiembre de 2007 fue localizada por la Policía Internacional (Interpol), y ahí empezó de nuevo su calvario.
Un nuevo inicio
La noticia de la excarcelación de Tomayko y su nuevo estatus de refugiada no fue bien recibida por las autoridades de Estados Unidos.Washington manifestó a través de su embajada en San José que "si bien respetamos el derecho soberano de cualquier nación, nos preocupa que esto pueda establecer un precedente muy perjudicial para casos futuros de extradición".
Por su parte, el presidente costarricense Oscar Arias minimizó las protestas y señaló que "en este caso se trataba de proteger los derechos humanos y Costa Rica es líder en este tema".
Pero más allá del apoyo del ejecutivo costarricense, la liberación definitiva de Tomayko estaba en manos del Poder Judicial, y un juez se negó a firmar la orden de excarcelación, por lo que el caso debió ser elevado a los magistrados de la Sala Constitucional.
La pesadilla para esta mujer terminó el 25 de julio en la tarde, cuando la Sala Constitucional ordenó su excarcelación y Tomayko pudo, finalmente, reunirse como con su esposo e hijas.
Abandonó la cárcel vestida con unos simples pantalones de mezclilla y una camiseta rojo y azul, colores de la bandera de Costa Rica, que decía, "Tica (costarricense) de corazón", como una muestra de su aprecio por el país que le dio una nueva oportunidad.
Horas después, en una rápida conferencia de prensa, la estadounidense reiteró que "en este momento no puedo pensar en nada, sólo en ir a mi casa a dormir con mi esposo y mis chiquitas, y mañana jugar en el jardín con ellas".
Aseguró que siempre confió en que no sería extraditada "porque creo en Dios" y porque "Costa Rica es un país donde se hacen valer los derechos humanos de todas las personas", aunque manifestó que se veía a sí misma no como una heroína o símbolo alguno, sino simplemente como una "sobreviviente".
Copyright © 2008, South Florida Sun-Sentinel
No hay comentarios:
Publicar un comentario