Lo que está sucediendo en nuestro país es, ni más ni menos, lo que en parte esperábamos de este gobierno, aunque visto desde otro ángulo parecía que no. Al mover las ramas de la administración pública y el sector empresarial empiezan a caer las frutas podridas. Y me explico.
Desde hace ya varias semanas se expresan manifestaciones de disconformidad contra de las decisiones gubernamentales. Aquellas que afectan intereses creados por grupos claramente identificados.
Los empresarios se quejan de la posible subida de impuestos -como si los pagaran realmente, cosa que no hacen-, y los que tienen exoneraciones impositivas tiemblan ante la posibilidad de que se les muera la gallina de los huevos de oro. Los sindicatos de las organizaciones autónomas amenazan con tirarse a la calle y convocar una huelga general, si se les recortan los beneficios y canonjías desproporcionadas que en el pasado obtuvieron de políticos corruptos al momento de renegociar las convenciones colectivas. La prensa se atrinchera ante la posibilidad de que se ponga orden en la legislación que les permite toda clase de actitudes y acciones, que en otros países serian causa de procesos judiciales.
Los grandes intereses económicos y los de aquellos grupos que solamente velan por sus propios intereses, se oponen a cualquier proyecto de largo alcance y proyección de futuro: el mega puerto en Limón, la ampliación de las rutas nacionales, el aprovechamiento de las capacidades adquiridas por ciertos organizaciones públicas en la construcción de proyectos de gran envergadura (aunque esto no está tan claro); la reforma fiscal, la persecución de los grandes evasores impositivos y de los aportes a la Caja Costarricense del Seguro Social, la fecundación in vitro, las sociedades de convivencia o como quieran llamar a el reconocimiento de las uniones de facto de personas del mismo sexo, y así varias decenas de cosas más.
Pero falta moverle las ramas a Poder Judicial y al Tribunal Supremo de Elecciones, de ellas caerían canastos de frutos podridos. A la Asamblea Legislativa no hay que moverle nada, es un árbol seco, sin savia, sin vida, reducto de oportunistas.
Por otro lado, falta que le entierren los dientes a lo del Estado Laico, cuando es el momento propicio, dadas las declaraciones anteriores de Benedicto XVI y la actitud revolucionaria del Papa Francisco. Pero el poder local de los obispos, la enorme riqueza de la iglesia, al menos en bienes inmuebles, las exenciones impositivas de que goza, y la pésima costumbre de inmiscuirse en la política local, hacen que este tema haya que dejarlo para más adelante.
Luego vienen los pleitos.
El ICE contra la Contraloría General de la Republica, tratando de ocultar los informes financieros que deberían ser transparentes, pues para algo son instituciones públicas, aunque se amparan de una disposición dizque para evitar que la competencia se haga desleal, cuando en realidad lo que están ocultando es el desmadre financiero que existe en determinados rubros y actividades, al menos en la empresas ligadas a él.
RECOPE contra la ARESEP, porque este último se niega a aprobarles un monto astronómico que solamente beneficiaría a los empleados amparados por el convenio colectivo… Entiéndase todos los ciudadanos pagando excesos de los empleados.
Y otros hacen fila. Ya aparecerán, porque al querer poner orden siempre salen quienes se perjudicarían por la eliminación de excesos e injusticias, y son muy hábiles para mal informar, hacer escándalos, y tienen la colaboración de la prensa que busca el menor resquicio para hacer un escándalo que aumente sus ventas.
Entre los frutos podridos deberían caer muchos más que se encuentran en innumerables organizaciones autónomas del Estado, y le pedimos los ciudadanos a Don Luis Guillermo que no tema a nada, que los ciudadanos le respaldaran si se muestra firme, íntegro en sus decisiones, y no le tiembla el pulso.
Luego le llamaremos la atención sobre el desmadre que significa la obra pública, el desorden del tránsito vial, la reforma educativa, el ponerle limite a ciertas organizaciones como las Universidades Publicas, que no quieren socarse la faja como todos los demás. El llevar a los tribunales a los concesionarios de obra pública, y ver como coordina con el Poder Judicial, para que la Fiscalía General de la Republica no se haga el dormido, esperando que prescriban ciertas causas, como la delos obispos cristianos, que se dedicaron a actividades financieras ilícitas.
Amanecerá y veremos.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría