INGENIERO PABLO COB SABORIO EX-PRESIDENTE EJECUTIVO DEL ICE Y EX-GERENTE GENERAL DE CNFL
– Actualizado el 16 de agosto de 2015 a: 12:00 a.m. Desde el 2014, el país prácticamente no recurre a la generación con combustibles fósiles
El editorial de La Nación del jueves 13 de agosto hace alusión a dos proyectos de energía limpia, propia y renovable construidos y que quedaron en operación durante mi gestión en la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL): el eólico Valle Central y el P.H. Balsa Inferior.
Ambos contribuyen desde el 2014 a que el país prácticamente no tenga que recurrir a la generación de electricidad con combustibles fósiles y, consecuentemente, a que los abonados este año no tengamos que pagar en la factura eléctrica ningún monto por costo variable de combustible (CVC).
El costo de generación del proyecto eólico Valle Central es $0,08 por kW/h; muy por debajo de los $0,19 por kW/h que se pagan por importar energía de la región centroamericana y muy por debajo también del costo promedio de la generación térmica con plantas nacionales: $0,25 kW/h.
El proyecto eólico Valle Central fue financiado por el Banco de Costa Rica a 30 años plazo, un crédito aprobado sin mayores condicionamientos después de hacer los estudios correspondientes: técnicos, financieros, ambientales, de energía por producir, vida útil y de retorno de la inversión.
Por lo tanto, no es cierto que los ingresos no compensan el costo real de la inversión después de todos los análisis hechos por el BCR para este financiamiento.
Si la proyección de generación de este proyecto se hace tomando como base 12 años de vida útil, los números reflejarían lo que dice el editorial, lo cual contradice la realidad.
Informaciones recientes de otro medio de comunicación concretamente indicaban que la planta le ahorra ¢12.265 millones a la CNFL ( Diario Extra, 13/7/2015).
Como podemos ver, existen distintas formas de analizar proyectos de esta naturaleza.
Cabe mencionar que el país cuenta con parques eólicos con más de 30 años de producir energía limpia. Esto ayuda enormemente a evitar emisiones de dióxido de carbono al ambiente, pues si esta energía se produjera con plantas térmicas, sería necesario usar derivados del petróleo, que no tenemos y desconocemos cuál será su costo en el futuro. Y, por otra parte, son sumamente contaminantes.
Con respecto al proyecto hidroeléctrico Balsa Inferior, las ampliaciones al túnel, al embalse, al tanque de oscilación, a la tubería de presión, a los caminos, etc., fueron hechas con criterio técnico muy calificado del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), que permiten hoy, incluso, que el proyecto genere más energía de la planeada.
Como se indicó en la Comisión de Ingreso y Gasto Público el 28 de abril del 2015, reunión donde estuvo La Nación, el kW/h de esta electricidad cuesta $0,12; muy por debajo de los $0,19 por kW/h de importación y del promedio de generación de las plantas térmicas nacionales ($0,25 por kW/h).
Estos precios han sido proyectados por los especialistas de la CNFL, que aún trabajan en la empresa, y fueron calculados para un proyecto con 50 años de vida útil, pero lo cierto es que estas plantas hidroeléctricas tienen una vida útil mucho mayor.
Tenemos dos ejemplos muy recientes para hacer esta afirmación: la planta hidroeléctrica Brasil de la CNFL, con casi 90 años de existencia, tenía una capacidad de 3.000 kW de potencia y fue construida por la Bond and Share, empresa dueña de la CNFL en aquella época.
La planta se modernizó y se amplió en el 2002, con capacidad para 27.000 kW de potencia, o sea, nueve veces más de lo construido por la Bond and Share, y estamos seguros de que operará otros 90 años.
Otro ejemplo de vida útil es la planta hidroeléctrica de Cachí, con 60 años de operación. El año pasado, su capacidad de generación fue ampliada a un 33% y operará, como mínimo, otros 60 años. Tanto la planta original como la ampliación pertenecen al ICE.
El proyecto eólico San Buenaventura, por la calidad del viento en la zona, está planeado para que las torres tengan unidades de generación con altas capacidades (2.000 kW por torre).
El plan cuenta con financiamiento del BCIE y proveedores, y los procesos de licitación estaban muy avanzados.
Los trámites fueron suspendidos sin llegar a decidir aún su continuidad. Este es uno de nuestros grandes defectos: la parálisis en desarrollo de infraestructura.
Por conveniencia nacional, este importante proyecto deberá ejecutarse en algún momento.
Para coadyuvar a la generación de electricidad con fuentes limpias, propias y renovables, la CNFL en el 2012 –con las facultades legales que tiene desde su creación– promovió la construcción de cuatro plantas eólicas con inversión privada, con capacidad para 20 MW cada una.
Indiscutiblemente, esto contribuirá a que tengamos un país carbono neutral en el 2021 y desechemos para siempre la generación de electricidad con combustibles fósiles que no tenemos.
Las ofertas se recibieron a principios del 2014, con precios y riesgos como los describe el editorialista, pero aún la decisión no ha sido tomada para que esta inversión la hagan los desarrolladores privados proponentes.
Como mencioné antes, en el caso de la CNFL, no existen limitaciones legales de un 15% ni un 30% de la Ley 7.200, que sí restringen al ICE, por lo cual estos proyectos, perfectamente, deberían haber estado en construcción.
No podemos calificar de proyectos fallidos las plantas eléctricas que están en plena operación, que brindan un gran beneficio al país y van a estar funcionando probablemente por 60 años o más en un campo tan estratégico como el eléctrico.
Pablo Cob Saborío fue gerente de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz.