Uno de los pecados que más daño emocional, espiritual y físico hace al hombre como a la mujer es la práctica de la fornicación y el adulterio. Sus efectos se ven posteriormente manifestados en nuestras vidas y afecta nuestras conciencias produciendo culpabilidad. Toda actividad sexual desordenada fuera del marco matrimonial es considerada pecado por Dios. Aparece escrito desde el Génesis hasta el Apocalipsis: El sexo es sano, puro y santo exclusivamente dentro del matrimonio.
Quien quiera posteriormente vivir en paz emocional, física y espiritualmente para desarrollarse plenamente en la vida de Cristo, deberá evitar estos pecados a toda costa.
Vemos lo que le paso al Rey David, después que se acostó con la mujer de su soldado. La historia está en los libros de las Crónicas.
“El que abre el portillo la serpiente lo morderá”. En Eclesiastés 10:8 leemos: “El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le morderá la serpiente”. La primera puerta que yo debo tener cerrada en mi vida se llama la puerta del pecado sexual del adulterio y la fornicación. Cuando dice… “El que aportillare el portillo lo morderá la serpiente” se refiere a que el que quita la cerca o el que quita la protección…lo espera una serpiente para morderlo.
Esto hay que entenderlo espiritualmente, porque la mordedura de la serpiente se refiere a circunstancias terribles o penosas que vamos a sufrir por ello. Enfermedades, crisis económicas, pleitos familiares, espíritus contrarios que van a complicar nuestro camino y nuestra vida. Significa que circunstancias espirituales adversas y negativas se van a activar en contra mía y de mi familia. Así que no abramos esas puertas, mantengámoslas siempre cerradas.
Y si no eres fornicario, ni adúltero, entonces este es un mensaje de prevención para tu vida, porque Satanás, en algún momento de tu vida va a pretender usar a alguien, para que caigas en adulterio o fornicación… Él es mentiroso y trabaja de forma muy sutil y engañosa. El diablo siempre va a tratar de seducirte para que mires lo que no te pertenece y para que tomes lo que no te corresponde.
Aunque en Éxodo 20:14 dice: “No cometerás adulterio”. Debemos entender que el sexo no es malo, Dios mismo lo creó, y cuando el sexo se realiza dentro del matrimonio es una bendición porque produce vida, armonía, placer y unidad dentro de la familia, entre el esposo y la esposa. Pero cuando el sexo se realiza fuera del vínculo matrimonial es una desgracia y una maldición que causa sufrimiento en los hijos, y destrucción de la familia.
En 1 Corintios 10:12 dice: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”. Y “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.” Hebreos 13:4.
En pocas palabras, Dios aborrece el adulterio y la fornicación. Pero si queremos agradar a Dios, debemos vivir en oración para poder reprender la tentación. Dios pide exclusividad. Porque Él nos sacó de Egipto, nos sacó de la casa de servidumbre y Él quiere que le sirvamos en santidad, Él quiere que le honremos, Él quiere que lo glorifiquemos en nuestros cuerpos y que le demos la Gloria y la honra que merece.
Que vivamos para Él mediante Su vida divina en nuestros corazones porque nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo. Es cuestión de fidelidad y lealtad.
José tuvo que lidiar con la esposa de Potifar, pues lo estaba tentando día a día. Pero José dijo: ¿Haría tal pecado en presencia de Jehová? Y por eso se mantuvo firme y Dios lo honró para que llegara a ser segundo después del Faraón. Dios lo bendijo con riquezas, dinero, alegrías, y posición, porque Dios vio un corazón fiel, Dios miró una persona que le amaba, que se entregaba a Su palabra, y que vivía para Él.
Si fuiste adúltero en el pasado y sinceramente te arrepentiste, ¡está bien!, Dios te perdonó y te ama, pero tienes que estar y permanecer verdaderamente arrepentido. Debes reconocerlo, apartarte del mal, rechazarlo completamente, y no dar lugar al maligno.
El Apóstol Pablo en el libro de los Corintios, dice que no se junten con los fornicarios, no anden con los adúlteros, ni siquiera les abran las puertas de su casa, porque si usted empieza a andar con adúlteros termina siendo un adúltero, porque Satanás transfiere esos espíritus inmundos a otras personas.
Hay gente que ha perdido su casa, su honor, su familia, sus hijos, por andar en eso. Yo conozco ministerios que empezaron muy bien, hombres de Dios, mujeres de Dios, que Dios los respaldaba, que Dios los bendecía con milagros y con poder, pero un día se descontrolaron, un día abrieron la puerta al adulterio, a la fornicación. Dios paralizó la obra y el mover del Espíritu, y dijo “No, donde Yo no soy santificado, no quiero habitar.” Dios y el pecado son dos naturalezas totalmente distintas y no pueden convivir juntas.
Pero si nos arrepentimos podremos mejorar y avanzar en nuestra vida por Cristo, La vida del Señor morando en nosotros mejorará nuestra espiritualidad y podremos avanzar en Su Amor y en Su Gracia.
Consecuencias de la Fornicación y el Adulterio:
1. Se activa el Castigo.
Proverbios 6: 27-29: “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen? Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare.”
Esto significa que si cometemos adulterio y fornicación, no quedaremos sin castigo, siempre habrá alguna consecuencia. Si te has arrepentido de tus pecados, la buena noticia es que Dios te limpió, te perdonó e inscribió tu nombre en el libro de la vida, pero una cosa es el perdón y otra es el castigo.
Está escrito que en el caso del adulterio y la fornicación, la Palabra dice, no quedará impune quien comete estos pecados y el castigo puede venir de muchas maneras: una crisis económica, una enfermedad, pleitos familiares, etc. Pues al abrir estas puertas se están activando todas esas consecuencias.
Así que si la tentación ha llegado a tocar la puerta de nuestra vida, reprendamos al diablo porque somos templo del Espíritu Santo y somos santos en Cristo… Amén.
Cuidemos nuestro matrimonio, cuidemos nuestro noviazgo, para que luego no sea muy tarde y un día tengamos que preguntarnos: “¿Por qué quiero levantarme y no me levanto?…, ¿por qué quiero prosperar y no prospero?… ¿Por qué hay sufrimiento en mi familia?
Está escrito que “Si caminamos sobre las llamas de fuego… nuestros pies se quemarán.”. No juguemos con fuego porque nos quemaremos, y lo primero que se activa es el castigo.
2. Corrompe el Alma.
Proverbios 6:32 “Más el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace”.
El adulterio y la fornicación activa la corrupción del alma, las heridas y la vergüenza. Porque realmente, el que anda en adulterio está falto de entendimiento o como también se dice en algunas versiones de la Palabra, está embrutecido.
Si nuestra alma está corrompida, los pasos de nuestro cuerpo físico irán a lugares corruptos. Y las personas que caen en este pecado padecerán mucha vergüenza y su afrenta, su deshonor, su deshonra nunca serán borrados. Porque podrán pasar muchos años pero siempre habrá un alguien que nos pueda reconocer y nos lo diga a la cara; es como una cicatriz que queda en nosotros.
3. Activa la Crueldad sobre nuestra vida.
Proverbios 5:8-11“Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel; no sea que extraños se sacien de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño; y gimas al final, cuando se consuma tu carne y tu cuerpo.”
Cuando yo practico el adulterio y la fornicación activo la crueldad sobre mi vida, quiero superarme, pero siempre hay alguien que me sale con crueldad. Se ponen delante de mí personas que no me bendicen, que no me dejan levantarme, que no me ayudan, que más bien me quieren el mal.
4. Destrucción y muerte espiritual
Proverbios 7:18 “Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; alegrémonos en amores. Porque el marido no está en casa, se ha ido a un largo viaje. La bolsa de dinero llevó en su mano; el día señalado volverá a casa. Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, le obligó con la zalamería de sus labios. Al punto se marchó tras ella, como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado, como el ave que se apresura a la red, y no sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspase su corazón. Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca. No se aparte de tu corazón a sus caminos; no yerres en sus veredas. Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella. Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte”.
También se activan pleitos en la familia, como lo señala la Palabra en 2 Samuel 12:10. David se arrepintió y fue perdonado, pero su pecado activó enfermedades en su hijo, el niño que no tenía nada que ver en el asunto, lo que motivó que cayera en enfermo y que luego muriera por causa del adulterio y la fornicación de David, su padre. Otros hijos de David también llevaron y sufrieron el mismo pecado que su padre.
Dios nos está diciendo que el camino correcto es la santidad y el vivir mediante la vida divina de Cristo morando en nuestros corazones.
Consejos:
1 Mantengamos la vida de nuestro matrimonio en las manos del Señor Jesús.
Salgamos con nuestra esposa o esposo por lo menos una vez a la semana. Compartamos juntos el cariño y el amor de Cristo. Es importante decirnos el uno al otro que nos amamos, que nos queremos, y que somos importantes el uno para el otro.
Seamos románticos y cariñosos, porque si no lo somos, aparecerá un impío que sí va ser romántico con tu esposa. ¿Cuánto tiempo hace que no le llevas flores? ¿Cuánto hace que no le dice a su esposa que es importante? Dile que la quieres con frecuencia y no esperemos a que alguien más se lo diga.
Y las mujeres deben procurar que el esposo encuentre en ellas a una mujer cariñosa y ordenada, porque no quiere a alguien que ande con malos modos y malhumorada.
1 Corintios 7:5 dice: “No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volver a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia”.
Si se niegan, Satanás los puede tentar, pero si lo hacen, que sea únicamente para darle atención a las cosas espirituales.
2. Pacto de Santidad
DANIEL 1:8 “y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, y con el vino que él bebía, pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse””
¿Nos juntamos en yugo desigual con los incrédulos? ¿Asistimos a sus fiestas? ¿Tenemos relación con los que toleran o excusan de alguna manera el adulterio? No se trata de cortar la vida social con los demás, pero lo correcto siempre será lo correcto. No deberíamos frecuentar lugares contaminados, porque fácilmente alguien nos puede proponer cosas indecorosas. Estemos alerta, libres, y firmes en Cristo.
3. Pacto con mis Ojos
Job 31:1-4 “Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen? Porque ¿Qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente desde las alturas? ¿No hay quebrantamiento para el impío, y extrañamiento para los que hacen iniquidad? ¿No ve Él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?”
Cuidemos nuestros ojos y los pecados de nuestra mirada. No debemos andar buscando nada que esté fuera de nuestro hogar. En casa tenemos a nuestro esposo o esposa que nos espera todos los días para cuidarnos, amarnos y apoyarnos.
Si pecamos con sólo mirar o desear lo que no es suyo y que está en la calle, estamos abriendo la puerta para que la serpiente del adulterio y la fornicación nos pueda morder y traer todas las consecuencias y desgracias que ya hemos mencionado.
A veces podemos pensar que la vida en santidad es imposible, pero la Palabra de Dios viva nos dice que todas las cosas son posibles para el que cree, porque todo lo puedo en Cristo Jesús Señor nuestro que nos fortalece. Filipenses 4:13
Permitamos que la vida de Cristo morando en nosotros nos santifique, guarde nuestros ojos y nuestros corazones para Su Gloria y para Su eterno propósito en cada una de nuestras vidas.