http://www.elmundo.cr/opinion/las-llamadas-del-ministro/
El actual ministro de Comunicación deficiente y desconocedor de sus funciones como ha sido característico en los meses que ha ejercido el cargo, tiene la costumbre de llamar a los periodistas de este medio para recriminarlos por cualquier nota que no le guste o sienta que no favorece a sus jefes.
La norma establece que si una nota periodística no está acorde a la verdad, el procedimiento correcto es por medio de los derechos de Respuesta, Aclaración o Rectificación, este procedimiento tan común en el trabajo periodístico parece ser ignorado por el Ministro Herrera.
Su proceder, tanto en redes sociales como por llamadas y mensajes de texto, es más el de un “troll” que el de un jerarca que debe respetar su investidura.
La mediocre labor del Ministro Herrera, que es pública y notoria, nos ha quedado más clara a los comunicadores que hemos recibido este tipo de llamadas intimidatorias y amenazantes, donde de manera prepotente y altanera pide que se cambie un titular o se modifique un contenido.
Costa Rica no merece que un irrespetuoso de la libertad de prensa como lo ha demostrado ser Herrera Ulloa, ocupe un alto puesto en la comunicación del gobierno.
Y además de estas llamadas, podemos poner en el tapete su deficiente labor para la que fue contratado, donde la imagen del gobierno a su cargo, es cada vez más mala. Podemos decir que Herrera es un verdadero desperdicio de recursos públicos.
Un periodista como Herrera que cada vez que llama menciona sus atestados, sus títulos y sus premios, debería tener mayor capacidad para un puesto como el asignado, pero caso contrario debería tener la vergüenza de renunciar a un cargo que le quedó muy grande.
Más que estar ofreciendo libros de periodismo, como lo hace con los comunicadores que trabajan en este medio, debería preocuparse por leerlos y ponerlos en práctica, porque su deficiencia podría que se reduzca si tan solo adquiriera un libro sobre normas y procedimientos del derecho de respuesta en la prensa.
La comunicación presidencial va más allá de ser un figurón de montajes teatrales y bolsas de aguacates, y definitivamente Herrera hasta para distribuir frutas ha mostrado limitaciones evidentes.