Casi nunca estuvo tranquilo el “Chepo” en su visita a Honduras. El jueves por una conferencia de prensa que le resultó incómoda por los cuestionamientos sobre la supuesta seña obscena de Justino Compeán, y hoy casi fuera de sus casillas por los que consideraba errores arbitrales.
Poco tardó el DT de la Selección Mexicana en pararse de su asiento y reclamarle a los árbitros en una reacción que se repetiría varias veces más a lo largo del partido, cada ocasión con más signos de desesperación.
Todo ello mientras las gradas del inmueble catracho desbordaban gente, con aficionados apretados, incluso en las escaleras, y todavía gente en las cornisas de las cabeceras, de donde durante la tarde salieron al menos tres señoras en camilla al parecer insoladas por los aproximadamente 40 grados centígrados, con sensación térmica infernal.
En las tribunas, pancartas avisaban del pronóstico “Hondura 5, México 0”, algo similar a lo que se veía en el exterior del estadio antes del partido, con parabrisas que rezaban “Honduras 3, México 1… pinches bueyes”.
Toda esa algarabía se topó con pared ya a la hora del partido por la ventaja mexicana que parecía cómoda, aunque nunca para el “Chepo”.
El primer momento de furia para el entrenador mexicano fue cuando un disparo de tiro libre de Giovani dos Santos fue desviado por la barrera y el árbitro jamaicano Courtney Campbell no marcó tiro de esquina.
De la Torre levantaba la mano llamando la atención del silbante, le hacía comentarios al Cuarto Oficial y le pedía además una tarjeta al árbitro
cuando finalmente volteó hacia su banca.
“¡’Chepo’, culero!”, eran los gritos en la tribuna, la única reacción concreta que el timonel lograba con sus rabietas.
“¡’Chepo’, culero!”, eran los gritos en la tribuna, la única reacción concreta que el timonel lograba con sus rabietas.
Poco después reaccionó como león en jaula cuando Andrés Guardado sufrió un rodillazo en la espalda y el árbitro nuevamente se guardó la tarjeta e incluso ironizó gesticulando con las manos, como burlándose de la solicitud de calma que le pedía el Cuarto Oficial.
Conforme el Tri perdió gas y control de partido, el estratega salía aún más de sus casillas, hasta que le exigió con reclamos airados al cuarto oficial no se distrajera con la banca local porque le urgía el ingreso de Héctor Herrera, como para ya detener la avalancha hondureña y conformarse con el empate.
Aunque el resultado tampoco sirve demasiado a los catrachos por tratarse de un juego en casa, la afición vivió un día de éxtasis porque remontarle a México no es cosa de todos los días. La forma como explotó la afición en gritos, brincos y abrazos, además de decibeles ensordecedores con el penal que provocó Costly y el posterior tanto de Bengtson no son festejos que se dan todos los días.
Capaz de provocar los silencios más impactantes en Centroamérica, como cuando el “Chicharito” marcó sus tantos, el Tricolor se confirmó también como quien puede, con sus descuidos, generar la euforia rival más grande en la región de CONCACAF.