jueves, 16 de abril de 2020

Las formas del miedo GUSTAVO SOLÓRZANO-ALFARO Pasé mi niñez con miedo por el fin del mundo. Durante mi adolescencia y el inicio de mi vida adulta fue por el sida. No puedo decir que ahora sienta el mismo temor, pero hay algo que se le parece. No sé si experimentamos el miedo de formas diferentes según la edad o si la cercanía o la lejanía de una catástrofe influye. Porque, ¿qué más lejano que lenguas de fuego que emergen de la tierra?



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Las formas del miedo

GUSTAVO SOLÓRZANO-ALFARO
Pasé mi niñez con miedo por el fin del mundo. Durante mi adolescencia y el inicio de mi vida adulta fue por el sida. No puedo decir que ahora sienta el mismo temor, pero hay algo que se le parece. No sé si experimentamos el miedo de formas diferentes según la edad o si la cercanía o la lejanía de una catástrofe influye. Porque, ¿qué más lejano que lenguas de fuego que emergen de la tierra?
Los titulares y las imágenes sobre fosas comunes en New York, por ejemplo, me provocaron un miedo terrible. De repente, hombres en trajes blancos cavaban enormes tumbas, y todo se podía ver desde el espacio. Esa era parte de la historia. Entonces, esa incertidumbre, esa ambivalencia, ese sentimiento momentáneo de que todo va a estar bien se derrumbaba ante ese panorama. No sé cuál es la diferencia entre un miedo y otro. A lo mejor no poder dormir por estar imaginando una muerte cercana es algo muy individual, mientras que ahora experimentamos un miedo colectivo, un miedo comunitario, un miedo que es, ante todo, impotencia.
Han salido artículos que explican lo de las fosas comunes, con calma y cierta objetividadHoy leí un hilo en Twitter de una neoyorquina que ha estudiado el tema de estas fosas comunes en la isla Hart, al este del Bronx, y realmente me tranquilizó. Esa isla ha sido tumba común para indigentes por décadas. Los manejos que se están realizando no son nuevos, aunque sí han requerido una logística mayor. Con esto no pretendo relativizar en lo absoluto la crisis sanitaria, pero me permite obtener un poco de perspectiva, para tratar de no dejarme ganar por el pánico, un pánico que vende periódicos muy bien, un pánico que nos puede llevar a tomar decisiones apresuradas y equivocadas, un pánico que nos ciega y nos hace creer que nadie tiene las respuestas o que las respuestas de las autoridades son erróneas, un pánico que con mucha facilidad puede hacer que le entreguemos todas nuestras libertades y nuestros derechos a Google, a Facebook, a Amazon o a Apple. Si la ultraderecha y todos los grupos reaccionarios o conservadores o neofundamentalistas ya estaban asestando golpes importantes a a las luchas feministas o de la comunidad afrodescendiente o de los grupos lgtbq+, con la actual crisis les resultará más fácil desplazar esos temas en las agendas mundiales.
La verdad no tengo idea de nada. Pero probablemente ustedes tampoco. Individualmente cada quien sufre sus propias luchas. Quizá colectivamente deberíamos emprender otras. Se vuelve cada vez más importante ser precavidos, acatar instrucciones, prever situaciones. La crisis es real y no es una conspiración. Pero hay quienes sabrán aprovechar el “apocalipsis” para convertirlo en moneda de cambio. El miedo nos paraliza y nos puede ganar la partida.
No sé si con la edad el miedo cambia, se transforma. No sé si es posible superarlo o controlarlo. En todo caso, necesitamos formas de vivir con él, y especialmente, necesitamos formas comunitarias para sobrellevarlo. Por ahora, personalmente, espero que este miedo también pase, y que en mi vejez pueda contar esta misma historia.

GUSTAVO SOLÓRZANO-ALFARO

@Asterion9

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