lunes, 25 de junio de 2012

Rodrigo Arias Sánchez, Candidato Luis Paulino Vargas Solís


Rodrigo Arias Sánches es "el" candidato


Rodrigo Arias Sánchez, Candidato
Luis Paulino Vargas Solís

Rodrigo Arias Sánchez (RAS) es un político cuya  larga trayectoria siempre ha estado marcada por una señal que lo empequeñece: la de ser el eterno segundón y el cumplido sirviente de su célebre hermano mayor OAS.

Pero RAS es, de cualquier forma, un político con ambiciones. De ahí que él quiera ser, por una vez siquiera, el que vaya en el puesto principal. Él no ignora que ocupar esa posición no significa que necesariamente vaya a ser quien mande. Sin duda la sombra malsana de su hermano le restará luz. De llegar a presidente –que evidentemente se muere por serlo- arriesga que le pase lo que a las plantas que no reciben sol: sus cuatro años serían pálidos y mustios.

Las ambiciones de RAS han puesto caliente el ambiente en el Partido Liberación Nacional (PLN). Y, por ahora, va quedando claro que RAS ha aprendido bien las lecciones que le ha impartido su hermano: sabe jugar rudo y no le tiembla la mano para rajar pescuezos.

RAS quiere que la convención interna en el PLN se adelante. Y justo se realizará en coincidencia con los juegos deportivos centroamericanos que su rival principal –el señor Araya Monge- pretendía que fueran su epifanía, el  momento de éxtasis que lo encumbraría hacia la silla presidencial. RAS, artero y calculador, decidió darle vuelta a la tortilla, y con implacable instinto asesino, decidió que los juegos serán, todo lo contrario, el entierro del alcalde. Se diría popularmente: darle por donde más le duele.

De tal forma, es casi un hecho consumado que RAS será la cara del PLN en las elecciones de 2014. Para la presidenta Chinchilla esto resulta harto incómodo. Su gobierno -desteñido y lleno de manchones- arriesga así el total desvanecimiento.  Aplica aquí otro dicho popular: a quien no quiere caldo, dos tazas. Ella que tanto ha suplicado que se le deje gobernar, tendrá que aguantarse a este porcionzón por larguísimo rato. Podría decirse que se lo buscó puesto que su candidatura y presidencia nacieron en el regazo de estos hermanos. De poco le vale el esfuerzo posterior por distanciarse, si en cualquier caso es una marca grabada sobre su frente.

Tendremos a RAS candidato. Vale preguntarse: ¿lo tendremos presidente? Seré optimista y diré que no. Puesto de otra forma: lo mejor que le puede ocurrir a la oposición al neoliberalismo y, en general, a la ciudadanía costarricense dotada de cierta conciencia democrática y progresista, es que este señor sea el candidato del PLN.

Es que los Arias poseen una singular cualidad: su capacidad para polarizar. Quienes los quieren en realidad los idolatran con devoción embrutecedora. Y, a la inversa, quienes los rechazan no simplemente los rechazan, sino que literalmente los odian.

Sabemos, por otra parte, que la oposición al neoliberalismo en Costa Rica está conformada por gente de lo más exquisita. No perdonan detalle ni aceptan la más mínima impostura. Son supremamente proclives a pelearse por pequeñeces, a buscar con lupa pelos en la sopa, a majarse con un martillo si no encuentra mejor razón para hacer trompas y sacarse la lengua.

Bueno, pues esa oposición así tan melindres quizá encuentre en RAS una buena razón para no andarse con tanta joda.

Ya lo vimos cuando OAS buscaba su segundo gobierno en 2006. Le costó sangre y sudor. Fue necesario que el Tribunal de Elecciones le hiciera su quiebrecito y que el principal candidato opositor –que tenía al alcance de la mano la silla presidencial- volviera a ver para otro lado, como si la cosa no fuera con él.

Si la figura de OAS ya era de por sí polarizante, el efecto se vio agudizado en virtud de que por aquellos días iba en crescendo –aunque lejos de su clímax- el debate alrededor del TLC con Estados Unidos, el cual también tendía a polarizar.  Sin duda esto favoreció a Ottón Solís, quien además cosechó los réditos derivados del estrepitoso despanzurramiento que por entonces sufría el Partido Unidad.

Estos dos factores propiciaron que mucha gente votara a Solís queriendo más bien votar contra OAS. Ahora ya no están vigentes. Pero hoy dos elementos nuevos podrían afectar: los cuatro años de la segunda administración de OAS –los cuales dejaron grietas profundas que alimentan la polarización alrededor de los Arias- y el estruendoso fracaso del gobierno de Chinchilla, un escaparate inacabable de torpezas, atropellos y corruptelas.

Estos dos elementos se entreveran con la enorme energía polarizante que de por sí los Arias ponen en movimiento. Pero con un agravante adicional: quien pondrá la cara será RAS no OAS, y ello no carece de importancia. Desde hace muchos años, este último se pavonea como divo en las pasarelas mundiales del glamour. Está acostumbrado a las alfombras rojas, el agobio de los paparazzi, los flashes enceguecedores de las cámaras, el aplauso rendido de los auditorios más aristocráticos. Ganador del Premio Nobel, sus usuales contertulios son otros premios nobeles, así como duquesas, príncipes y especímenes similares.

No obstante tal pedigrí, OAS estuvo a un pelito de tener que renunciar a su obsesión de un segundo gobierno.

Y acerca del pedigrí de RAS ¿qué podríamos decir? Comparte con OAS dos características: mismo origen familiar y similares intereses económicos. Por lo demás, RAS posee el atractivo y el carisma de un muñeco de paja.

O sea, resulta una venturosa nueva la de que RAS sea candidato del PLN. En resumen, las razones son dos.

Primero, porque habiéndose comprobado que ningún argumento positivo da razón suficiente para que la melindrosa oposición al neoliberalismo deponga diferencias y se una alrededor de lo fundamental, quizá RAS proporcione el necesario argumento negativo. Esto último no es, obviamente, lo más deseable, pero a más no haber, bueno resulta un mendrugo de pan.

Y segundo porque RAS es –por sus carencias personales- un pésimo candidato. No hay en el mundo cirujano estético que pueda hacer el milagro.

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