martes, 26 de junio de 2012

LOS MERCADOS TIENEN NOMBRE Y APELLIDOS Por Geoffrey Geuens,* Le Monde Diplomatique, junio 2012


Los mercados tienen nombre y apellidos

Se ha encargado la derecha – y la izquierda cómplice – de que en esta crisis el enemigo sea un etéreo y aséptico concepto: “los mercados.” La gente ve bien a “los mercados”: un lugar en el que se intercambian frutas y verdudas por dinero, y la oferta y la demanda encuentran el equilibrio. Como saben los activistas del mundo, mientras el enemigo sea tan difuso, no hay manera de luchar contra él. Si encima tiene un nombre tan limpio como “mercado”, más difícil aún. Pues bien, en Le Monde Diplomatique de este mes de junio, el profesor Geoffrey Geuens le ha dado nombre y apellidos a los famosos “mercados.” Un artículo imprescindible:
LOS MERCADOS TIENEN NOMBRE Y APELLIDOS
Por Geoffrey Geuens,* Le Monde Diplomatique, junio 2012
Los socialistas europeos denuncian con virulencia “las finanzas” que reinan sin restricciones en el mundo y que habría que controlar mejor. Sin embargo, la imagen desencarnada de los “mercados” tiene como efecto dejar en las sombras a los verdaderos beneficiarios de la crisis y de las medidas de austeridad en curso. 

ean Peyrelevade, que pasó de la banca pública a las finanzas privadas, y de Francois Mitterrand a M. Francois Bayrou, explicaba en 2005: “El capitalista ya no es directamente identificable. (…) ¿Con quién se rompe cuando se rompe con el capitalismo? ¿Qué instituciones hay que atacar para poner fin a la dictadura del mercado, fluido, mundial y anónimo?”. Este ex director adjunto del gabinete del primer ministro Pierre Mauroy concluía: “A falta de un enemigo identificado, Marx es impotente” (1).
Que un representante de las altas finanzas –presidente del grupo Banca Leonardo (familias Albert Frère, Agnelli y David-Weill) y gerente del grupo Bouygues– niegue la existencia de una oligarquía, ¿debe realmente sorprender? Más extraño es que los medios de comunicación dominantes difundan esa imagen desencarnada y despolitizada de las poderosos de las finanzas. La cobertura periodística de la designación de Mario Monti como presidente del Consejo Italiano bien podría constituir, en ese sentido, el ejemplo perfecto de un discurso-pantalla que hace referencia a “tecnócratas” y “expertos” allí donde se conforma un gobierno de banqueros. Incluso pudo leerse en el sitio internet de algunos diarios que “personalidades de la sociedad civil” acababan de tomar las riendas (2).
Puesto que el equipo de Monti también cuenta en sus filas con profesores universitarios, la cientificidad de su política fue establecida de antemano por los comentaristas. Aunque, observado de cerca, la mayoría de los ministros del equipo integraban los directorios de los principales trusts de la península.
Corrado Passera, ministro de Desarrollo Económico, es director ejecutivo de Intesa Sanpaolo; Elsa Fornero, ministra de Trabajo y profesora de economía de la Universidad de Turín, ocupa la vicepresidencia de Intesa Sanpaolo; Francesco Profumo, ministro de Educación e Investigación y rector de la Universidad Politécnica de Turín, es director de UniCredit Private Bank y de Telecom Italia –controlada por Intesa Sanpaolo, Generali y Mediobanca– y ya pasó por Pirelli; Piero Gnudi, ministro de Turismo y Deportes, es gerente de UniCredit Group; Piero Giarda, encargado de las relaciones con el Parlamento, profesor de Finanzas Públicas de la Universidad Católica de Milán, es vicepresidente del Banco Popolare y gerente de Pirelli. En cuanto a Monti, fue asesor de Coca Cola y de Goldman Sachs, y director de Fiat y de Generali.
No tan distintos
Si bien los dirigentes socialistas europeos carecen actualmente de palabras lo suficientemente duras como para calificar la omnipotencia de los “mercados financieros”, la reconversión de los ex referentes del social-liberalismo se opera sin que sus antiguos compañeros expresen realmente su indignación. El ex primer ministro de los Países Bajos, Wim Kok, integró los directorios de los trusts neerlandeses ING, Shell y KLM. Su homólogo alemán, el ex canciller Gerhard Schröder, también se recicló en el ámbito privado como presidente de la empresa Nord Stream AG (joint-venture Gazprom/E.ON/BASF/GDF Suez/Gasunie), gerente del grupo petrolero TNK-BP y asesor para Europa de Rothschild Investment Bank. Esta trayectoria a primera vista sinuosa en realidad no tiene nada de singular. Varios antiguos miembros de su gabinete, miembros del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), también cambiaron el traje de funcionario público por el de hombre de negocios: el ex ministro del Interior Otto Schilly asesora actualmente al trust financiero Investcorp (Bahrein), donde se encontró con el canciller austríaco conservador Wolfgang Schüssel, el vicepresidente de la Convención Europea Giuliano Amato o incluso Kofi Annan, ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El ex ministro de Economía y Trabajo alemán, Wolfgang Clement, es socio de la firma RiverRock Capital y gerente de Citigroup Alemania. Su colega, Caio Koch-Weser, secretario de Estado de Finanzas de 1999 a 2005, es vicepresidente del Deutsche Bank. Finalmente, el ministro de Finanzas del primer gobierno de Angela Merkel, el SPD Peer Steinbrück, es gerente de ThyssenKrupp. En cuanto a los “dignos herederos” (3) de Margaret Thatcher y ex líderes del Partido Laborista, juraron a su vez lealtad a las altas finanzas: el ex ministro de Relaciones Exteriores David Miliband asesora a las empresas VantagePoint Capital Partners (Estados Unidos) e Indus Basin Holdings Ltd. (Pakistán); el ex Comisario Europeo de Comercio, Peter Mandelson, trabaja para el banco de negocios Lazard; en cuanto al mismo Anthony Blair, ejerce simultáneamente los cargos de asesor de la empresa suiza Zurich Financial Services y administrador del fondo de inversión Landsdowne Partners y el de presidente del comité consultivo internacional de JPMorgan Chase, junto a Annan y Henry Kissinger.
Esta enumeración que lamentamos infligirle al lector resulta sin embargo indispensable cuando los medios de comunicación omiten constantemente dar a conocer los intereses privados de las personalidades públicas. Más allá de la porosidad entre dos mundos que se muestran fácilmente como distintos –si no opuestos–, la identificación de sus dobles agentes es necesaria para la buena comprensión del funcionamiento de los mercados financieros.
Así, y contrariamente a una idea en boga, las finanzas tienen uno o, más bien, varios rostros (4). No el del jubilado de Florida o el pequeño tenedor europeo complacientemente descrito por la prensa, sino más bien los de una oligarquía de propietarios y administradores de fortunas. Peyrelevade recordaba en 2005 que el 0,2% de la población mundial controlaba la mitad de la capitalización bursátil del planeta (5). Estas carteras son administradas por bancos (Goldman Sachs, Santander, BNP Paribas, Société Générale, etc.), empresas de seguros (AIG, AXA, Scor, etc.), fondos de pensión o inversión (Berhshire Hathaway, Blue Ridge Capital, Soros Fund Management, etc.); instituciones que invierten además sus propios fondos.
Esta minoría especula con la cotización de las acciones, de la deuda soberana o de las materias primas, gracias a una gama casi ilimitada de productos derivados que revelan la inagotable inventiva de los ingenieros financieros. Lejos de representar el resultado “natural” de la evolución de economías maduras, los “mercados”  constituyen la punta de lanza de un proyecto que, tal como advierten los economistas Gérard Duménil y Dominique Lévy, fue “concebido para incrementar los ingresos de la clase alta” (6). Un éxito innegable: el mundo cuenta actualmente con alrededor de 63.000 “centimillonarios” (poseedores de al menos 100 millones de dólares), que representan una fortuna combinada de aproximadamente 40 billones de dólares (es decir, un año de Producto Interno Bruto mundial).
Irresponsables de ayer, sabios de hoy
Esta encarnación de los mercados puede resultar molesta, pues a veces es más cómodo luchar contra molinos de viento. “En esta batalla que se libra, voy a decirles cuál es mi verdadero adversario –exclamaba el entonces candidato socialista a la elección presidencial francesa, François Hollande, en su discurso de Bourget (Seine-Saint-Denis), el pasado 22 de enero–. No tiene nombre, ni rostro, ni partido; nunca presentará su candidatura, nunca será, pues, elegido. Este adversario es el mundo de las finanzas”. Atacar a los verdaderos actores de la alta banca y de la gran industria habría podido conducirlo igualmente a nombrar a los dirigentes de los fondos de inversiones que deciden, con plena conciencia, lanzar ataques especulativos sobre la deuda de los países del Sur de Europa. O incluso, a cuestionar el doble rol de algunos de sus asesores, sin olvidar el de sus (ex) colegas socialistas europeos que pasaron de una Internacional a la otra.
Al elegir como jefe de campaña a Pierre Moscovici, vicepresidente del Círculo de la Industria, un lobby que reúne a los dirigentes de los principales grupos industriales franceses, el candidato socialista señalaba a los “mercados financieros” que decididamente alternancia socialista ya no rimaba con ruptura revolucionaria. ¿Acaso no estimó Moscovici que “no había que tenerle miedo al rigor”, al afirmar que en caso de triunfar, los déficits públicos serían “reducidos a partir de 2013 por debajo del 3% (…), cueste lo que cueste”, lo que implicaría “tomar las medidas necesarias”? (7).
Figura obligatoria de la comunicación política, la denuncia de los “mercados financieros”, tan virulenta como inofensiva, sigue siendo hasta ahora letra muerta. Al igual que el presidente Barack Obama, que otorgó su indulto presidencial a los responsables estadounidenses de la crisis, los dirigentes del Viejo Continente perdonaron en muy poco tiempo los excesos de los especuladores “ávidos” que ponían en el banquillo de los acusados. Sólo quedaba entonces recuperar el prestigio injustamente mancillado de los dignos representantes de la oligarquía. ¿Cómo? Designándolos a la cabeza de comisiones encargadas de elaborar nuevas reglas de conducta para los mercados, ¡por supuesto! De Paul Volcker (JPMorgan Chase) a Mario Draghi (Goldman Sachs), pasando por Jacques de Larosière (AIG, BNP Paribas), Lord Adair Turner (Standard Chartered Bank, Merrill Lynch Europe) o incluso el barón Alexandre Lamfalussy (CNP Assurances, Fortis), todos los coordinadores encargados de brindar una respuesta a la crisis financiera mantenían estrechos lazos con los más importantes operadores privados del sector. Los “irresponsables” de ayer, como por obra de gracia, acababan de metamorfosearse en “sabios” de la economía, alentados por los medios de comunicación e intelectuales dominantes que, poco tiempo antes, no tenían palabras lo bastante duras como para denunciar la “suficiencia” y la “ceguera” de los banqueros.
Finalmente, ya no existen dudas de que algunos especuladores hayan podido sacar provecho de las crisis que se sucedieron estos últimos años. Sin embargo, el oportunismo y el cinismo del que dan muestras los “depredadores” en cuestión no debe hacer olvidar que contaron, para alcanzar sus objetivos, con el apoyo de las más altas esferas del Estado. ¿Acaso John Paulson, luego de haber ganado más de 2.000 millones de dólares en la crisis de las subprime, de la que fue el principal beneficiario, no contrató al ex patrón de la Reserva Federal, Alan Greenspan, entonces asesor de Pimco (Deutsche Bank), uno de los principales acreedores del Estado estadounidense? Y qué decir de los principales administradores internacionales de hedge funds: el ex presidente del National Economic Council (bajo el gobierno de Obama) y ex secretario del Tesoro de William Clinton, Lawrence Summers, fue director ejecutivo de la firma D.E. Shaw (32.000 millones de dólares de activos); el fundador del grupo Citadel Investment, Ken Griffith, oriundo de Chicago, financió la campaña del actual presidente de Estados Unidos; en cuanto a George Soros, contrató los servicios del laborista Lord Malloch-Brown, ex director del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo…
Las finanzas tienen rostros: se los puede ver desde hace mucho tiempo en los pasillos del poder.
NOTAS
1. Jean Peyrelevade, Le Capitalisme total, Seuil/La République des Idées, París, 2005, págs. 37 y 91.
2. Anne Le Nir, “En Italie, Mario Monti réunit un gouvernement d’experts”, www.la-croix.com, 16-11-11; Guillaume Delacroix, “Le gouvernement Monti prêt à prendre les rênes de l’Italie”,www.lesechos.fr, 16-11-11.
3. Keith Dixon, Un Digne héritier. Blair et le thatchérisme, Liber/Raisons d’Agir, París, 2000.
4. Léase “Où se cachent les pouvoirs”, Manière de voir, N° 122, abril-mayo de 2012 (en kioscos).
5. Jean Peyrelevade, Le Capitalisme total, ob. cit. 1% de los franceses posee el 50% de las acciones.
6. Gérard Duménil y Dominique Lévy, The Crisis of Neoliberalism, Harvard University Press, Cambridge (MA), 2011.
7. “Pierre Moscovici: ‘Ne pas avoir peur de la rigueur’”, www.lexpress.fr, 8-11-11.
* Profesor de la Universidad de Liège. Autor de La Finance imaginaire. Anatomie du capitalisme: des “marchés financiers” à l’oligarchie, Aden, Bruselas, 2011.
Traducción: Gustavo Recalde

Geffrey Geuens - Le Monde Diplomatique
Geffrey Geuens es un profesor de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lieja, en Bélgica. En el último número de la revista mensual "Le Monde diplomatique" publicó el artículo titulado "Los mercados tienen nombres y apellidos". En él su autor desvela cómo muchos de los que manejan la especulación de esos mercados son notorios ex primeros ministros de gabinetes europeos socialdemócratas (...).  





   Geffrey Geuens   es un profesor  de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lieja, en Bélgica. Ha publicado un gran número de libros en los que trata preferentemente la relación existente entre la información, el poder y la sociedad. Una de sus publicaciones más conocidas es la titulada " Anatomía del capitalismo: "mercados financieros" los oligarcas y las antiguas élites". En el último número de la revista mensual "Le Monde diplomatique" publicó el artículo titulado "Los mercados tienen nombres y apellidos", que hemos condensado para su publicación en esta revista digital. 


     
Los mercados tienen nombres y apellidos. A menudo los socialistas europeos denuncian con virulencia a las finanzas, que reinan en exclusiva en todo el mundo y que deberían, según ellos, "estar mejor reguladas".  No obstante, todavía cabe precisar de qué y de quién hablamos, pues la imagen despersonalizada de los "mercados" contribuye a mantener en la sombra a los beneficiarios de la crisis y de las medidas de austeridad actuaes. 


       El ex banquero socialista Jean Peyrelevade, pasado de la banca pública a las finanzas privadas, y de Francois Mitterrand a Francois Bayrou, explicaba en 2005: "El capitalista ya no es directamente identificable.  (...) ¿Con quién se rompe cuando se rompe con el capitalismo?  ¿Qué instituciones hay que atacar para poner fin a la dictadura del mercado, fluido, mundial y anónimo?".  Este ex director adjunto del gabinete del primer ministro Pierre Mauroy concluía: "A falta de un enemigo identificado,Marx es impotente".  


          Que un representante de las altas finanzas - presidente de Banca Leonardo France (familias Albert Frére, Agnelli y David-Weill) y consejero del grupo Bouygues - niegue la existencia de una oligarquía, ¿debe realmente sorprender?  


     Más extraño es el hecho de que los medios de comunicación dominantes difundan esa imagen desencamada y despolitizada de los poderosos de las finanzas.  La cobertura periodística de la designación de Mario Monti como presidente del Consejo Italiano bien podría constituir, en ese sentido, el ejemplo perfecto de un discurso-pantalla que menciona a "tecnócratas" y "expertos" allí donde se conforma un gobierno de banqueros.  Incluso pudo leerse en el sitio internet de algunos diarios que "personalidades de la sociedad civil" acababan de tomar las riendas.  


       Si bien los dirigentes socialistas europeos carecen actualmente de palabras lo suficientemente duras como para calificar la omnipotencia de los "mercados financieros", la reconversión de los ex referentes del social-liberalismo se opera sin que sus antiguos compañeros expresen con demasiado ruido su indignación.   



EL CASO DE LOS SOCIALDEMÓCRATAS ALEMANES 


        El ex primer ministro de los Países BajosWim Kok integró los directorios de los trusts neerlandeses ING, Shell y KLM. Su homólogo alemán, el ex canciller Gerhard Schróder, también se recicló en el ámbito privado como presidente de la empresa Nord Stream AG (joint-venture Gazprom/E.ON/BASF/GDF Suez/Gasunie), consejero del grupo petrolero TNK-BP y asesor para Europa de Rothschild Investment Bank.  Esta trayectoria a primera vista sinuosa en realidad no tiene nada de singular.  Varios antiguos miembros de su gabinete, miembros del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), también cambiaron el traje de funcionario público por el de hombre de negocios: el ex ministro del Interior Otto Schilly asesora actualmente al trust financiero Investcorp (Bahréin), donde se encontró con el canciller austríaco conservador Wolfgang Schüssel, el vicepresidente de la Convención Europea Giuliano Amato o incluso Kofi Annan, ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas


        Esta enumeración que lamentamos infligirle al lector resulta sin embargo indispensable cuando los medios de comunicación omiten constantemente dar a conocer los intereses privados de las personalidades públicas.  Más allá de la porosidad entre dos mundos que se muestran fácilmente como distintos - si no opuestos -, la identificación de sus dobles agentes es necesaria para la buena comprensión del funcionamiento de los mercados financieros. 



¿Y LOS PSOCIALISTAS ESPAÑOLES, LOS LABORISTAS INGLESES?  


        En el Reino Unido, los legatarios "laboristas" de Margaret Thatcher se caracterizan por su integración en lo que debería llamarse la oligarquía financiera.  Sería un error, sin embargo, limitar el análisis de las afinidades electivas entre alta función pública y altas finanzas a los dirigentes históricos de la "tercera vía" - entre capitalismo y socialismo - que pretendía abrir el ex primer ministro Anthony Blair.  Incluso figuras más antiguas - y más consensuadas - del socialismo europeo intervienen actualmente en las instancias de decisión de poderosas multinacionales: el ex canciller austríaco (1986-1997) Franz Vranitzky administra el grupo canadiense Magna International (equipamiento para automóviles); el ex presidente del Gobierno español Felipe González lanzó un fondo de capital de riesgo (Tagua Capital) y forma parte del Consejo de Gas Natural; su ministro de Economía, Carlos Solchaga, asesoró a Citigroup y a la agencia de calificación Fitch (grupo Fimalac).  


       Los socialdemócratas escandinavos - a menudo presentados como "modernos", por oposición a los socialistas "arcaicos"- no escapan a esta tendencia: Gro Harlem Brund-tland (PepsiCo), Thorvald Stoltenberg (East Capital Management) y Góran Persson (JKL Group, filial de Publicis) pasaron al sector privado antes de recorrer, en algunos casos, el camino inverso. 



¿LAS FINANZAS EN MANOS DE "MODESTOS JUBILADOS? 


         Así, y contrariamente a una idea en boga, las finanzas tienen uno o, más bien, varios rostros .  No el del jubilado de Florida o el pequeño accionista europeo complacientemente descrito por la prensa, sino más bien los de una oligarquía de propietarios y administradores de fortunas.  Peyrelevade recordaba en 2005 que el 0,2% de la población mundial controlaba la mitad de la capitalización bursátil del planeta .  Estas carteras son administradas por bancos - Goldman SachsSantander, BNP ParibasSociété Générale, etc.- , empresas de seguros - AIG, AXA, Scor, etc.- , fondos de pensión o inversión (Berhshire Hathaway, Blue Ridge Capital, Soros Fund Management, etc.); instituciones que invierten además sus propios fondos. 


63.000 CENTIMILLONARIOS


          Esta minoría especula con la cotización de las acciones, de la deuda soberana o de las materias primas, gracias a una gama casi ilimitada de productos derivados que revelan la inagotable inventiva de los ingenieros financieros.  Lejos de representar el resultado "natural" de la evolución de economías maduras, los "mercados" constituyen la punta de lanza de un proyecto que, tal como advierten los economistas Gérard Duménil y Dominique Lévy, fue "concebido para incrementar los ingresos de la clase alta" .  Un éxito innegable: el mundo cuenta actualmente con alrededor de "63 000 centimillonarios" - poseedores de al menos 100 millones de dólares - , que representan una fortuna combinada de aproximadamente 40 billones de dólares - es decir, un año de Producto Interior Bruto mundial - . 


         Las finanzas tienen, pues, rostros, nombres y apellidos: se los puede ver desde hace mucho tiempo en los pasillos del poder, y muchos de ellos son "socialdemócratas"










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