domingo, 1 de junio de 2008

OJO CRITICO 1 DE JUNIO 2008 RODOLFO CERDAS

En vez de inspirarse en un enfoque más realista como, por ejemplo, el del editorial de La Nación del pasado martes 27 , el Gobierno tomó la vía errónea de convertir las demandas de los vecinos de Sardinal en un tema de la guerra fría.

Ese no es el problema ni menos, como ahora pretende el Ejecutivo, que “no se les informó”. Es que la sensibilidad social sobre los recursos naturales es cada vez más alta y más aún tratándose del agua. Por eso –reconoce el Editorial–, “el auge de la construcción, acompañada de la anarquía reinante, de la falta de planeamiento y de ordenamiento territorial, así como por la transgresión constante e impune de las normas sobre la materia, cuando no por la corrupción”, la potencian y legitiman.
Lo cierto es que, buscando eficacia y rapidez, omapachemente convencidos de que a golpe dado no hay quite, se ignoró al pueblo de Sardinal y a la propia Setena, no obstante que la ley exige oírla de previo. Esto es suficiente para que la Asamblea le exija responsabilidades al titular de AyA y pida su renuncia. Ya es hora de parar esa peligrosa tendencia de nuevo cuño, de saltarse la ley cada vez que algún grupo de interés tiene prisa, tal como se hizo en el decreto ejecutivo que le quitó a la Asamblea una facultad exclusiva suya y la adjudicó a un ente subalterno.

Claro que en esto aparecerán extremistas y políticos de toda clase –como los vendedores de granizados y anteojos–, que tratan y tratarán de aprovechar esta y toda otra situación donde haya errores del Gobierno y descontento popular. ¿Qué esperaban? ¿No lo hacen siempre todos? ¿O es que unos pueden y otros no? Pero, de reconocer este hecho casi inevitable en una democracia inclusiva, no se puede saltar a deslegitimar los orígenes intachables del movimiento popular de Sardinal. Tampoco reducirlo a “falta de información”, porque en esto, a nivel verbal y municipal, ha habido de todo: desde intentos de engaño hasta violaciones a la ley. No fue sino tarde, cuando ya el campo ardía y la Defensoría estaba presente y el pueblo había obligado a la Municipalidad a rectificar, cuando el Ejecutivo se ocupó del tema.

La verdad –y cito el editorial– es que los “dirigentes de dicho comité rechazaron a tiempo todo intento, como expresaron, de instrumentalización de ciertos grupos o personajes, estudiantes o dirigentes sindicales, en busca de situaciones conflictivas”, que querían alimentar sus propuestas políticas.

Por eso, o el Gobierno revisa sus fuentes de información y corrige su enfoque, o es que sigue creyendo que, con el miedo y los espectros de la guerra fría, se puede manipular y arreglar la dura realidad de los problemas.

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