domingo, 18 de marzo de 2012

“Ni siquiera Dios podrá hundir el Titanic” era la fanfarronería de quienes pusieron su confianza en un barco construido por hombres. También hoy tenemos la fatal tendencia de ser excesivamente orgullosos de nuestros propios recursos.


El TITANIC



Todos conocemos la historia. El Titanic, un trasatlántico de pasajeros británico, chocó contra un iceberg cerca de Terranova en la noche del 14-15 de Abril de 1912 y se hundió. Fue una tragedia de grandes proporciones.

¡Qué barco tan espléndido! Todo lo que un constructor naval podía imaginar le fue incorporado. Era hermoso, magnífico, TITÁNICO.

Se hizo a la mar en Liverpool, Inglaterra, una mañana serena de Abril. Destellando contra el cielo, era majestuoso. El orgullo de Bretaña se deslizó hacia la mar. Nueva York era su próximo puerto.

Sus pasajeros eran personas importantes de la sociedad y ellos tomaban el sol en el esplendor de su lujo. Elegancia, era la palabra que describía el interior del Titanic. Fastuoso en su decorado, menú y entretención, sobrepasaba las más elevadas expectativas de sus pasajeros.

Habiendo recorrido tres cuartas partes de su viaje inaugural, cerca de las heladas costas de Terranova, el Titanic se transformó en una catastrófica pesadilla. Un gran iceberg que se había desprendido de los campos de hielo polares, se desplazaba hacia la ruta oceánica del Atlántico del Norte, destinado a tener un encuentro con el fabuloso Titanic.

En el lapso de dos horas, antes del amanecer del 15 de Abril de 1912, el Titanic que supuestamente no podía ser hundido, se fue a pique en las heladas aguas, llevando consigo a más de 1500 almas (incluso a la mayoría de la tripulación), y todos sus tesoros.

En 1898, 14 años antes de que el Titanic hiciera su viaje inaugural, Morgan Robertson publicó un libro de ficción titulado FUTILITY: The Wreck of the Titan (Futilidad, El Naufragio del Titán). Esta era la historia de un gran trasatlántico que no podía hundirse, y que, tal como el Titanic, estaba cruzando el Océano Atlántico (navegando desde América a Inglaterra) en el mismo mes de Abril, con 3000 personas a bordo. Tratando de cruzar el Atlántico en tiempo record, chocó con un iceberg (cerca de medianoche) y se hundió. No solo los nombres eran similares, sino también perecieron la mayoría de los que estaban a bordo, simplemente porque no había suficientes botes salvavidas (hubo solamente 13 sobrevivientes).

Pero lo más notable es que la historia del Titanic tiene increíbles paralelos con el plan de salvación de la Biblia, como lo ilustran los siguientes puntos:

  1. “Ni siquiera Dios podrá hundir el Titanic” era la fanfarronería de quienes pusieron su confianza en un barco construido por hombres. También hoy tenemos la fatal tendencia de ser excesivamente orgullosos de nuestros propios recursos.

“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18).

  1. Aunque el Titanic chocó con un iceberg, la tripulación y los pasajeros confiaban en que ese “pequeño” iceberg no podía hacer mucho daño. Nosotros también nos engañamos pensando que el pecado es poca cosa y que no tiene consecuencias.

“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7).

  1. Después de descubrir al Titanic hundido bajo el agua, los expertos marítimos han sugerido que el acero estructural usado en ese entonces en las planchas del Titanic se volvía quebradizo a bajas temperaturas y que puede haberse fracturado al topar con el iceberg. De modo que hubo un importante defecto en la fabricación del acero. Debió haberse hecho más flexible, menos quebradizo, para que cediera y se doblase en vez de quebrarse. Se ha dicho que el Arca fue hecho por aficionados y que el Titanic fue hecho por expertos. La diferencia está en que los aficionados fueron guiados por Dios y los expertos cometieron un error fatal. Cientos de personas pusieron su confianza en la genial ingeniería y producción de los hombres.

“Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová…Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová” (Jeremías 17:5,7).

  1. Investigaciones oficiales han determinado que el Titanic estaba navegando demasiado rápido considerando las heladas condiciones. La velocidad excesiva parecía ser razonable. Ellos querían llegar en corto tiempo y creían que el barco era invencible.

“Hay camino que al hombre le parece derecho: pero su fin su camino de muerte” (Proverbios 14:12).

  1. Este drama en el mar ilustra la incertidumbre de la vida y nuestra necesidad de estar preparados para comparecer ante nuestro Hacedor y Juez. Cuando cientos de personas muy acomodadas abordaron el Titanic, una muerte inminente era un pensamiento que ni siquiera se contemplaba. Nunca sabemos cuando Dios nos llamará para pasar del tiempo a la eternidad.

“Y diré a mi alma: Alma mía, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” (Lucas 12:19-20).

  1. Tal como el gran barco de placeres chocó contra un iceberg y se hundió, así también este gran mundo- con todos sus habitantes- se está hundiendo lentamente en la fría prisión de la muerte.

“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio….Porque la paga del pecado es muerte” (Hebreos 9:27 y Romanos 6:23).
  1. Uno de los problemas que provocó tanta pérdida de vida, es que el Titanic estaba mal equipado para enfrentar un desastre como ese. No había suficientes botes salvavidas para todas las personas que iban a bordo. Sólo había lugar para que unos pocos se salvaran. Cuando se trata de la salvación de hombres pecadores, hay UN SOLO BOTE SALVAVIDAS, que es nada menos que nuestro Salvador, el Señor Jesucristo. El salvavidas de Dios, muy al contrario de los pequeños botes salvavidas del Titanic, tiene amplio espacio para todos los que se dan cuenta del gran peligro en que se encuentran y que ponen su confianza en el único Salvador que Dios ha provisto y en lo que ÉL ha hecho por ellos en la cruz. Los que rechazan el único Salvavidas de Dios, perecerán.

“Yo, yo Jehová, y fuera de mi no hay quien salve…Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Isaías 43:11 y Juan 3:16).

“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11-12).

Amigo, al transitar por los senderos de la vida, es posible que sepas con seguridad que llegarás a salvo a los umbrales de la eternidad. La decisión que tomes ahora, determinará tu destino futuro. Dios ha provisto para ti un SALVAVIDAS perfecto. Si te podemos ser de alguna ayuda espiritual, rogamos contactarnos.



[Este artículo ha sido adaptado de dos tratados evangelísticos 1) The Titanic Encounter, de George Genes; 2) Titanic Tragedy de Eric Hollander. Ambos han sido usados con permiso]


LA VOZ DEL PUEBLO - COSTA RICA: Cuando la esposa de Albert Caldwell contemplaba có...

LA VOZ DEL PUEBLO - COSTA RICA: Cuando la esposa de Albert Caldwell contemplaba có...: NI EL DIOS DEL CIELO PODRÍA HUNDIR EL TITANIC.....PERO 4 DIAS DESPUES...............   EL TITANIC EL BARCO QUE NI DIOS PODÍA H...

Cuando la esposa de Albert Caldwell contemplaba cómo el personal de cubierta cargaba con el equipaje el 10 de abril de 1912 en Southampton, preguntó a uno de los mozos: “¿Es verdad que este barco no se puede hundir?”. El chico le contestó: “Así es, señora, ¡ni Dios mismo podría hundir este barco!”.



NI EL DIOS DEL CIELO PODRÍA HUNDIR EL TITANIC.....PERO 4 DIAS DESPUES............... 
EL TITANIC

EL BARCO QUE NI DIOS PODÍA HUNDIR

Un Madrid helado recuerda el Titanic, en una exposición con muchos objetos reales del barco que se hundió al chocar con un iceberg en 1912. La muestra presenta doscientos treinta artefactos originales, acompañados de recreaciones de algunos de los espacios del trasatlántico, como el puente de mando o camarotes de primera y tercera clase. Se puede tocar además una especie de iceberg y contemplar el sumergible que se utilizó para las labores de rescate. Todo un lujo para los fanáticos de un barco, que no se ha hundido en el olvido. ¿Por qué nos atrae tanto la historia del Titanic?





La historia mostraba así la futilidad de todo.  


Uno de los seis vigías que contemplaba la tranquila noche, Frederick Fleet, dice que no recuerda un mar tan calmado y un cielo tan despejado como el de ese domingo  


La banda parece que tocó hasta el final en la cubierta un himno de origen episcopal llamado Otoño.   
La fascinación que a muchos produce la historia del Titanic, parece que es universal. Para los historiadores sociales es como una especie de microcosmos de la sociedad de principios del siglo pasado. Para los amantes del mar es el naufragio definitivo. Para los enfermos de nostalgia, evoca tiempos pasados. Y para los que sueñan despiertos, significa el misterio de tantas cosas que pudieran haber ocurrido…

¿UNA PROFECÍA ANUNCIADA?

En 1898 un autor desconocido llamado Morgan Robertson publicó una novela sobre un fabuloso trasatlántico, más grande que ningún otro que se hubiera construido. El escritor lo llenó de personas ricas y complacientes, hasta que una fría noche de abril chocó contra un iceberg. La historia mostraba así la futilidad de todo. Por eso llamó el libro Futility, cuando apareció editado en 1898 por Mansfield, años antes de que el Titanic se hundiera otra noche de abril en 1912.

La nave construida por la Línea Estrella Blanca recuerda hasta en sus dimensiones el barco de la novela de Robertson (sesenta y seis mil toneladas en la realidad, setenta mil en la ficción, con apenas ochenta y dos pies y medio de diferencia en la extensión). Ambos tenían una estructura similar y alcanzaban una velocidad parecida. Los dos podían llevar tres mil personas, pero no tenían barcos salvavidas suficientes. Ya que se pensaba que no podían hundirse. Por si todo esto fuera poco, Robertson llamó a su barco Titán…

No es éste por supuesto el primer caso de lo que parece una profecía anunciada. Las novelas de Julio Verne o hasta los comic de Tintín, muestran artefactos que luego se harían realidad, pero existían mucho tiempo antes en proyecto. La novela de Robertson no sólo demuestra que estaba muy bien informado sobre temas navales, sino que saca unas conclusiones sobre la vida que muchos de los contemporáneos del Titanic entendieron claramente, después de pensar que “Dios no podía hundir este barco”…

EL BARCO QUE NO SE PODÍA HUNDIR

Cuando la esposa de Albert Caldwell contemplaba cómo el personal de cubierta cargaba con el equipaje el 10 de abril de 1912 en Southampton, preguntó a uno de los mozos: “¿Es verdad que este barco no se puede hundir?”. El chico le contestó: “Así es, señora, ¡ni Dios mismo podría hundir este barco!”. Los pasajeros de este trasatlántico que iniciaba así su primer viaje a Nueva York, no podían ni imaginar lo que ocurriría cuatro días después, veinte minutos antes de la madrugada…

Uno de los seis vigías que contemplaba la tranquila noche, Frederick Fleet, dice que no recuerda un mar tan calmado y un cielo tan despejado como el de ese domingo. Hacía mucho frío, pero no se veía luna, ni había nubes que ocultaran el cielo estrellado. El Atlántico parecía un mar de cristal, cuando Fleet vio de repente algo oscuro enfrente suyo, más negro que la propia noche. Al principio era pequeño, pero cada segundo crecía más y más. Rápidamente el vigía hizo sonar una campana tres veces, advirtiendo del peligro, mientras levantaba el teléfono para llamar al puesto de mando...

LO QUE PUDIERON SALVAR

Cuando empezaron a sacar a los pasajeros de los camarotes, cada uno se llevaba lo que le parecía más importante salvar del naufragio. La mujer de Adolf Dyker llevaba por ejemplo una caja con dos relojes de oro, dos anillos de diamantes, un collar de zafiros y doscientas coronas danesas. Otros como la señorita Edith Russell, preferían llevar una especie de mascota como un cerdo de juguete con música, al que tendría especial cariño. Hay quien llevaba los libros que tenía en la mesilla, como Lawrence Beesley, o un revolver y un compás, como Norman Campbell Chambers. Hubo hasta quien guardó cuatro naranjas bajo su blusa, como el camarero James Johnson.

En segunda clase viajaba un joven estudiante de teología llamado Stewart Collett. El se llevó la Biblia, que prometió a su hermano que llevaría siempre consigo, hasta que se volvieran a ver. El pastor Robert Bateman se quedó de pie en la cubierta mirando como su cuñada, la señora Ada Balls, subía al bote. “Si no nos volvemos a ver de nuevo en este mundo”, le dijo: “Nos veremos en el otro”. Mientras bajaba la barca, se quitó su alzacuello y se lo dio a ella como recuerdo. La banda parece que tocó hasta el final en la cubierta un himno de origen episcopal llamado Otoño.

Hay muchas leyendas en torno al Titanic. Todos están de acuerdo en que el barco chocó a las doce menos veinte, y se hundió a las dos y veinte, pero sobre todo lo demás hay muchas versiones… Muchos supervivientes insisten en que el barco que los recogió, el Carpathia, era la mitad de grande que el Titanic, cuando los dos eran muy parecidos (aunque el Titanic tenía mil cuatro toneladas más). Otros imaginan campos de golf, pistas de tenis y vacas lecheras, que nunca existieron. Casi cada una de las mujeres que sobrevivieron dicen haberlo hecho en el último bote. Obviamente, esto no era posible, pero ¡quién se lo iba a discutir! Sería como preguntarle la edad a una dama…

“¡MÁS CERCA, OH DIOS, DE TI!”

Uno de los temas más curiosos de discusión sobre el hundimiento del Titanic es cuál era la música que tocaba la banda hasta el último momento. La leyenda dice que era el himno ¡Más cerca, oh Dios, de Ti! Muchos de los supervivientes así lo recuerdan. Y no hay razones para dudar de su sinceridad… Aunque otros mantienen que era música de ragtime. Y un hombre dice que recuerda perfectamente que al final no tocaban nada. Pero un oficial encargado de comunicaciones, particularmente meticuloso en sus observaciones, asegura que era el himno episcopal Otoño.

Lo cierto es que el hecho de que sonara un himno, mientras se hundía el Titanic, se ha convertido en una expresión de futilidad en lengua inglesa. Es la imagen del extraño espectáculo de músicos cayendo e instrumentos volando por el aire, mientras las luces parpadeaban, hasta apagarse definitivamente. Sólo una lámpara de keroseno destellaba en el mástil más alto, mientras el barco se hundía...

Este cuadro, lejos de hablarnos de la ausencia de Dios, nos muestra la realidad de Aquel que está al control de todas las cosas. Es cierto que estamos en un barco, que muchos piensan que ni Dios mismo podría hundir. La vida nos enseña todo lo contrario. No tenemos en este mundo otra seguridad que la que Dios nos da. Él tiene la última palabra, y el control sobre nuestras vidas. Por eso podemos cantar:

¡Más cerca, oh Dios de Ti, más cerca, sí! Aunque una dura cruz me oprima a mí. Será mi canto aquí: ¡Más cerca, oh Dios, de Ti, más cerca, sí! 

Titanic Tragedy NI EL DIOS DEL CIELO PODRÍA HUNDIR EL TITANIC....





 NI EL DIOS DEL CIELO PODRÍA HUNDIR EL TITANIC, PERO 4 DIAS DESPUÉS...... 
EL TITANIC

EL BARCO QUE NI DIOS PODÍA HUNDIR

Un Madrid helado recuerda el Titanic, en una exposición con muchos objetos reales del barco que se hundió al chocar con un iceberg en 1912. La muestra presenta doscientos treinta artefactos originales, acompañados de recreaciones de algunos de los espacios del trasatlántico, como el puente de mando o camarotes de primera y tercera clase. Se puede tocar además una especie de iceberg y contemplar el sumergible que se utilizó para las labores de rescate. Todo un lujo para los fanáticos de un barco, que no se ha hundido en el olvido. ¿Por qué nos atrae tanto la historia del Titanic?





La historia mostraba así la futilidad de todo.  


Uno de los seis vigías que contemplaba la tranquila noche, Frederick Fleet, dice que no recuerda un mar tan calmado y un cielo tan despejado como el de ese domingo  


La banda parece que tocó hasta el final en la cubierta un himno de origen episcopal llamado Otoño.   
La fascinación que a muchos produce la historia del Titanic, parece que es universal. Para los historiadores sociales es como una especie de microcosmos de la sociedad de principios del siglo pasado. Para los amantes del mar es el naufragio definitivo. Para los enfermos de nostalgia, evoca tiempos pasados. Y para los que sueñan despiertos, significa el misterio de tantas cosas que pudieran haber ocurrido…

¿UNA PROFECÍA ANUNCIADA?

En 1898 un autor desconocido llamado Morgan Robertson publicó una novela sobre un fabuloso trasatlántico, más grande que ningún otro que se hubiera construido. El escritor lo llenó de personas ricas y complacientes, hasta que una fría noche de abril chocó contra un iceberg. La historia mostraba así la futilidad de todo. Por eso llamó el libro Futility, cuando apareció editado en 1898 por Mansfield, años antes de que el Titanic se hundiera otra noche de abril en 1912.

La nave construida por la Línea Estrella Blanca recuerda hasta en sus dimensiones el barco de la novela de Robertson (sesenta y seis mil toneladas en la realidad, setenta mil en la ficción, con apenas ochenta y dos pies y medio de diferencia en la extensión). Ambos tenían una estructura similar y alcanzaban una velocidad parecida. Los dos podían llevar tres mil personas, pero no tenían barcos salvavidas suficientes. Ya que se pensaba que no podían hundirse. Por si todo esto fuera poco, Robertson llamó a su barco Titán…

No es éste por supuesto el primer caso de lo que parece una profecía anunciada. Las novelas de Julio Verne o hasta los comic de Tintín, muestran artefactos que luego se harían realidad, pero existían mucho tiempo antes en proyecto. La novela de Robertson no sólo demuestra que estaba muy bien informado sobre temas navales, sino que saca unas conclusiones sobre la vida que muchos de los contemporáneos del Titanic entendieron claramente, después de pensar que “Dios no podía hundir este barco”…

EL BARCO QUE NO SE PODÍA HUNDIR

Cuando la esposa de Albert Caldwell contemplaba cómo el personal de cubierta cargaba con el equipaje el 10 de abril de 1912 en Southampton, preguntó a uno de los mozos: “¿Es verdad que este barco no se puede hundir?”. El chico le contestó: “Así es, señora, ¡ni Dios mismo podría hundir este barco!”. Los pasajeros de este trasatlántico que iniciaba así su primer viaje a Nueva York, no podían ni imaginar lo que ocurriría cuatro días después, veinte minutos antes de la madrugada…

Uno de los seis vigías que contemplaba la tranquila noche, Frederick Fleet, dice que no recuerda un mar tan calmado y un cielo tan despejado como el de ese domingo. Hacía mucho frío, pero no se veía luna, ni había nubes que ocultaran el cielo estrellado. El Atlántico parecía un mar de cristal, cuando Fleet vio de repente algo oscuro enfrente suyo, más negro que la propia noche. Al principio era pequeño, pero cada segundo crecía más y más. Rápidamente el vigía hizo sonar una campana tres veces, advirtiendo del peligro, mientras levantaba el teléfono para llamar al puesto de mando...

LO QUE PUDIERON SALVAR

Cuando empezaron a sacar a los pasajeros de los camarotes, cada uno se llevaba lo que le parecía más importante salvar del naufragio. La mujer de Adolf Dyker llevaba por ejemplo una caja con dos relojes de oro, dos anillos de diamantes, un collar de zafiros y doscientas coronas danesas. Otros como la señorita Edith Russell, preferían llevar una especie de mascota como un cerdo de juguete con música, al que tendría especial cariño. Hay quien llevaba los libros que tenía en la mesilla, como Lawrence Beesley, o un revolver y un compás, como Norman Campbell Chambers. Hubo hasta quien guardó cuatro naranjas bajo su blusa, como el camarero James Johnson.

En segunda clase viajaba un joven estudiante de teología llamado Stewart Collett. El se llevó la Biblia, que prometió a su hermano que llevaría siempre consigo, hasta que se volvieran a ver. El pastor Robert Bateman se quedó de pie en la cubierta mirando como su cuñada, la señora Ada Balls, subía al bote. “Si no nos volvemos a ver de nuevo en este mundo”, le dijo: “Nos veremos en el otro”. Mientras bajaba la barca, se quitó su alzacuello y se lo dio a ella como recuerdo. La banda parece que tocó hasta el final en la cubierta un himno de origen episcopal llamado Otoño.

Hay muchas leyendas en torno al Titanic. Todos están de acuerdo en que el barco chocó a las doce menos veinte, y se hundió a las dos y veinte, pero sobre todo lo demás hay muchas versiones… Muchos supervivientes insisten en que el barco que los recogió, el Carpathia, era la mitad de grande que el Titanic, cuando los dos eran muy parecidos (aunque el Titanic tenía mil cuatro toneladas más). Otros imaginan campos de golf, pistas de tenis y vacas lecheras, que nunca existieron. Casi cada una de las mujeres que sobrevivieron dicen haberlo hecho en el último bote. Obviamente, esto no era posible, pero ¡quién se lo iba a discutir! Sería como preguntarle la edad a una dama…

“¡MÁS CERCA, OH DIOS, DE TI!”

Uno de los temas más curiosos de discusión sobre el hundimiento del Titanic es cuál era la música que tocaba la banda hasta el último momento. La leyenda dice que era el himno ¡Más cerca, oh Dios, de Ti! Muchos de los supervivientes así lo recuerdan. Y no hay razones para dudar de su sinceridad… Aunque otros mantienen que era música de ragtime. Y un hombre dice que recuerda perfectamente que al final no tocaban nada. Pero un oficial encargado de comunicaciones, particularmente meticuloso en sus observaciones, asegura que era el himno episcopal Otoño.

Lo cierto es que el hecho de que sonara un himno, mientras se hundía el Titanic, se ha convertido en una expresión de futilidad en lengua inglesa. Es la imagen del extraño espectáculo de músicos cayendo e instrumentos volando por el aire, mientras las luces parpadeaban, hasta apagarse definitivamente. Sólo una lámpara de keroseno destellaba en el mástil más alto, mientras el barco se hundía...

Este cuadro, lejos de hablarnos de la ausencia de Dios, nos muestra la realidad de Aquel que está al control de todas las cosas. Es cierto que estamos en un barco, que muchos piensan que ni Dios mismo podría hundir. La vida nos enseña todo lo contrario. No tenemos en este mundo otra seguridad que la que Dios nos da. Él tiene la última palabra, y el control sobre nuestras vidas. Por eso podemos cantar:

¡Más cerca, oh Dios de Ti, más cerca, sí! Aunque una dura cruz me oprima a mí. Será mi canto aquí: ¡Más cerca, oh Dios, de Ti, más cerca, sí! 

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BABA DE CARACOL DE NASA PRESENTA LISTA DE LOTERIA NACIONAL DE LA JUNTA DE PROTECCION SOCIAL DE SAN JOSE SORTEO 4177 DEL DOMINGO 18 DE MARZO 2012




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viernes, 16 de marzo de 2012

SUSPENSIÓN VERBAL DE SERVICIOS LUNES 19 DE MARZO 2012


SUSPENSIÓN VERBAL DE SERVICIOS

LUNES 19 DE MARZO 2012
INSTALACIÓN DE TRANSFORMADOR
08:00AM A 11:00AM

SAN JOSÉ – MONTES DE OCA (parcial)


SECTOR QUE COMPRENDE:
De la entrada a Residencial El Roble 250 metros este.

INCLUYE:
Clínica Dental Dra. Rocío Zúñiga      
Apartamentos Santa Catalina

NO INCLUYE:
Residencial El Roble
Residencial Los Eucaliptos

Centro Natural La fuente

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