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lunes, 1 de abril de 2013
CHINA MOVILIZA TROPAS BLINDADOS Y AVIONES DE GUERRA A LA FRONTERA CON KOREA DEL NORTE. ESTADOS UNIDOS EN ESTADO DE ALERTA ANTE POSIBLE GUERRA MUNDIAL
Informes desde la región revelan que el Ejército Popular de Liberación (EPL) ha aumentado su presencia en la parte nororiental desde mediados de marzo pasado, una movilización que incluye el desplazamiento de tropas, blindados y aviones de combate.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/90590-china-moviliza-tropas-frontera-corea
La Marina de guerra china también ha realizado simulacros de combate en el Mar Amarillo, que debían terminar este lunes, cerca de la península coreana, al parecer en respaldo a Corea del Norte, según informó el diario ´The Washington Free Beacon', citando a funcionarios estadounidenses que se reservaron el anonimato.
La movilización militar china fue detectada en la provincia de Jilin, e informes de inteligencia desde la zona fechados el 19 de marzo pasado, indicaron que las fuerzas del EPL se encuentran en el Nivel 1 de alerta, el grado más alto de preparación de combate.
Las fuentes explicaron que se trata de grandes grupos de efectivos desplegados en las calles de la ciudad de Ji´an, así como el movimiento de vehículos blindados en la zona del río Yalu, que separa a China y Corea del Norte.
Las tropas son parte de la 190ª brigada de infantería mecanizada, con base en Benxi, la provincia adyacente de Liaoning.
Asimismo, soldados y vehículos blindados fueron vistos cerca de la urbe de Baishan, en la provincia de Jilin, el 21 de marzo.
Se informa también que aviones chinos, presuntamente cazas, fueron divisados en varias zonas fronterizas con Corea del Norte, en las provincias de Jilin, Hebei y Liaoning.
Los funcionarios atribuyen la actividad militar china a las preocupaciones de un conflicto entre Corea del Norte, el Sur y Estados Unidos.
Pekín y Pyongyang están vinculados por un pacto militar que obliga a China a defender a Corea del Norte en caso de una agresión.
Portavoces militares chinos frecuentemente describen sus relaciones con las Fuerzas Armadas de Corea del Norte como lazos “tan estrechos como los de los labios y los dientes”.
Ante la nueva serie de sanciones de la ONU y los ejercicios militares que Estados Unidos y Corea del Sur vienen realizando conjuntamente en la región, Pyongyang emite amenazas casi diariamente contra Washington y Seúl y moviliza sus fuerzas nucleares, incluidos los misiles de corto y mediano alcance, según los funcionarios familiarizados con imágenes de satélites de bases militares.
Corea del Sur, por su parte, ha declarado que respondería con fuerza a cualquier provocación militar por parte del Norte.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/90590-china-moviliza-tropas-frontera-corea
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/90590-china-moviliza-tropas-frontera-corea
La Marina de guerra china también ha realizado simulacros de combate en el Mar Amarillo, que debían terminar este lunes, cerca de la península coreana, al parecer en respaldo a Corea del Norte, según informó el diario ´The Washington Free Beacon', citando a funcionarios estadounidenses que se reservaron el anonimato.
Informes de inteligencia
La movilización militar china fue detectada en la provincia de Jilin, e informes de inteligencia desde la zona fechados el 19 de marzo pasado, indicaron que las fuerzas del EPL se encuentran en el Nivel 1 de alerta, el grado más alto de preparación de combate.
Las fuentes explicaron que se trata de grandes grupos de efectivos desplegados en las calles de la ciudad de Ji´an, así como el movimiento de vehículos blindados en la zona del río Yalu, que separa a China y Corea del Norte.
Las tropas son parte de la 190ª brigada de infantería mecanizada, con base en Benxi, la provincia adyacente de Liaoning.
Asimismo, soldados y vehículos blindados fueron vistos cerca de la urbe de Baishan, en la provincia de Jilin, el 21 de marzo.
Se informa también que aviones chinos, presuntamente cazas, fueron divisados en varias zonas fronterizas con Corea del Norte, en las provincias de Jilin, Hebei y Liaoning.
Pacto militar
Los funcionarios atribuyen la actividad militar china a las preocupaciones de un conflicto entre Corea del Norte, el Sur y Estados Unidos.
Pekín y Pyongyang están vinculados por un pacto militar que obliga a China a defender a Corea del Norte en caso de una agresión.
Portavoces militares chinos frecuentemente describen sus relaciones con las Fuerzas Armadas de Corea del Norte como lazos “tan estrechos como los de los labios y los dientes”.
Ante la nueva serie de sanciones de la ONU y los ejercicios militares que Estados Unidos y Corea del Sur vienen realizando conjuntamente en la región, Pyongyang emite amenazas casi diariamente contra Washington y Seúl y moviliza sus fuerzas nucleares, incluidos los misiles de corto y mediano alcance, según los funcionarios familiarizados con imágenes de satélites de bases militares.
Corea del Sur, por su parte, ha declarado que respondería con fuerza a cualquier provocación militar por parte del Norte.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/90590-china-moviliza-tropas-frontera-corea
Un Mensaje a la Conciencia Video | Audio 1 abr 13
Un Mensaje a la Conciencia
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Su enfermedad la había debilitado. No iba a ser posible huir de los perros bravos de aquellos hombres barbudos que estaban haciendo estragos en su tierra. Pero se le ocurrió una idea. Tal vez no fueran tan despiadados que mataran a su niño de un año de edad, sobre todo si lo hallaban indefenso y desamparado. De modo que la pobre indígena se valió de su último recurso en un inútil intento de salvarle la vida a la criatura de sus entrañas: Tomó una soga, se ató al pie a su precioso hijito, y se ahorcó de una viga. Con todo, los perros se abalanzaron sobre el niño y lo despedazaron. Sólo quedó el interrogante de lo que habría pensado aquella madre si hubiera vivido para presenciar el sacramento «cristiano» que se le aplicó a su inocente hijo, pues un fraile español a duras penas lo bautizó mientras agonizaba momentos antes de su sangrienta muerte.1 Este trágico relato de Fray Bartolomé de las Casas nos conmueve no sólo porque trata sobre el amor de una madre por su pequeño hijo, sino también por la forma despiadada en que los conquistadores cazaron a su aterrorizada presa. Y es que los dos presentan un contraste perfecto. Por una parte sobresale como una bella rosa entre las espinas el amor de la joven indígena que estaba dispuesta a dar su vida con la esperanza de que así lograra salvar a su hijo. Por la otra se destaca como una llaga putrefacta la insensibilidad de los cazadores de indios del Nuevo Mundo, que se valían de perros para acabar con sus desprotegidas víctimas. Así como esa madre indígena del reino de Yucatán en el siglo dieciséis dio su vida con el fin de salvar la de su hijo, también el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, dio su vida para salvarnos a nosotros de las garras del pecado. Pero hay dos diferencias abismales entre los dos casos. En primer lugar, Cristo podía huir de su enemigo. Cuando Pedro quiso defenderlo de los soldados romanos, Cristo lo desarmó con estas palabras: «¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones de ángeles? Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder?»2 Con eso Cristo daba a entender que Él no habría de morir impotente a manos de su enemigo, sino que había un plan maestro que Él tenía que seguir. Y ese plan contemplaba su muerte en la cruz por los pecados de toda la humanidad, tanto de los conquistadores como de los conquistados de todas las edades. La otra diferencia fundamental entre la muerte de la madre indígena y la de Cristo es que Él no fracasó. Cuando salió victorioso del sepulcro, sus descorazonados discípulos reconocieron que su muerte obedecía a ese plan maestro,3 y tan convencidos estuvieron que uno por uno se dispusieron a dar la vida por la causa del Maestro de ese plan. Dispongámonos también nosotros a rendirle a Cristo nuestra vida. Aceptemos hoy mismo la salvación que nos compró con su muerte y que selló con su resurrección. | |||||||||
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domingo, 31 de marzo de 2013
HOY DOMINGO 31 DE MARZO 2013 SORTEO DE LOTERIA NACIONAL NUMERO 4230 QUEDA PARA EL 7 DE MARZO 2013
HOY NO HUBO SORTEO LOTERIA HASTA EL DOMINGO 7 ABRIL
GRACIAS
Un Mensaje a la Conciencia Video | Audio 30 mar 13
Un Mensaje a la Conciencia
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En el puerto de El Grove en Pontevedra, España, vivía un sacerdote llamado Meco que tenía la mala costumbre de portarse con las mujeres como si no hubiera hecho votos de celibato. El tal Meco piropeaba a cuanta mujer le caía bien, y hacía caer en su trampa a las señoras que eran fácil presa de sus galanteos y hasta a algunas que no lo eran. Cierto día el padre Meco perdió los estribos y forzó a una mujer. Las compañeras de la víctima, al enterarse, hicieron causa común y salieron en persecución del descarado clérigo. Cuando le dieron caza, lo ajusticiaron ahí mismo. Según cuenta la crónica, lo colgaron de una higuera, pero hay quienes insisten en que lo colgaron de un campanario. De cualquier manera, de una vez por todas acabaron con la galantería y con la vida vergonzosa del sacerdote. Los vecinos del lugar frustraron todo intento que se hizo por averiguar quién fue el autor del crimen, pues se confabularon y, cada vez que los interrogaban, respondían: «Lo matamos todos nosotros.» Con eso impidieron que concluyera satisfactoriamente la investigación.1 En el caso de la muerte de Meco hubo dos grupos de personas interesadas. Mientras las unas impedían que llegara a saberse oficialmente quiénes eran los autores del crimen, las otras se morían de las ganas por saberlo. De ahí que surgiera el dicho: «¿Quién mató a Meco?» Las consumía una curiosidad natural, lo cual no tiene nada de extraño. Ante un crimen pasional como ese, lo que sí nos extrañaría es que se mostraran indiferentes. Siendo así, ¿por qué será que hay tantas personas que desconocen el crimen pasional más grande que jamás haya perpetrado la humanidad? ¿Acaso no es eso lo que sucedió cuando Jesucristo, el Hijo de Dios, murió por nuestros pecados, colgado en una cruz? Al fin y al cabo, ¿quién mató a Jesús? Esa es la pregunta que exige respuesta. Tal vez la razón por la que tantos evitamos encarar esa pregunta es que la respuesta nos señala a nosotros mismos. Al igual que los vecinos de Pontevedra, debemos responder: «¡Lo matamos todos nosotros!», sólo que en el caso de ellos no era necesariamente la verdad, mientras que en el nuestro sí lo es. Cuando San Pedro acusó a los judíos de matar a Jesús, crucificándolo por medio de hombres malvados,2 en cierto sentido nos estaba señalando a la vez a nosotros, pues fueron los pecados nuestros, junto con los de la humanidad de todos los tiempos, la causa fundamental de su muerte en la cruz. Sin embargo, si bien es cierto que los autores del crimen de la Pasión de Cristo somos nosotros, el Autor intelectual de esa Pasión es Él. Nosotros dimos el golpe mortal, eso sí, pero fue Cristo quien dio el golpe de gracia; pues fue por su gracia que a todos nosotros que lo matamos nos salvó de la condenación de ese crimen que Él sabe que cometimos3 y que por lo tanto no tenemos que ocultar. | |||||||||
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Un Mensaje a la Conciencia Video | Audio 29 mar 13
Un Mensaje a la Conciencia
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Yo pequé, mi Señor, y tú padeces; yo los delitos hice y tú los pagas; si yo los cometí, ¿tú qué mereces, que así te ofendan con sangrientas llagas? Mas voluntario, tú, mi Dios, te ofreces; tú del amor del hombre te embriagas; y así, porque le sirva de disculpa, quieres llevar la pena de su culpa. Pues en los miembros del Señor, desnudos y ceñidos de gruesos cardenales, se descargan de nuevo golpes crudos, y heridas de nuevo desiguales: multiplícanse látigos agudos y de puntas armados naturales, que rasgan y penetran vivamente la carne hasta el hueso transparente. Hierve la sangre y corre apresurada, baña el cuerpo de Dios y tiñe el suelo, y la tierra con ella consagrada competir osa con el mismo cielo; parte líquida está, parte cuajada, y toda causa horror y da consuelo; horror, viendo que sale desta suerte, consuelo, porque Dios por mí la vierte. Añádense heridas a heridas, y llagas sobre llagas se renuevan, y las espaldas, con rigor molidas más golpes sufren, más tormentos prueban; las fuerzas de los fieros desmedidas más se desmandan cuanto más se ceban; y ni sangre de Dios les satisface, ni ver a Dios callar miedo les hace. Alzan los duros brazos incansables, y el fuerte azote por el aire esgrimen, y osados, más y más inexorables, braman con furia, con braveza gimen: rompen a Dios los miembros inculpables, y en sus carnes los látigos imprimen, y su sangre derraman, sangre digna de ilustre honor y adoración divina. Estos apasionados versos son de la inspiración del poeta español Fray Diego de Hojeda, que residió en el Perú casi toda su vida entre los siglos dieciséis y diecisiete.1 En ellos proclama que el terrible sufrimiento de la pasión de Cristo es también la más terrible injusticia. Quienes debiéramos sufrir somos nosotros, y sin embargo es Aquel que jamás pecó, el Señor Jesucristo, quien padece la más cruel tortura en la cruz del Calvario. Embriagado de amor por nosotros, Cristo mismo se ofrece voluntariamente porque quiere llevar la pena de nuestra culpa. ¡Es realmente insuperable esa figura del Hijo de Dios embriagado de amor por la humanidad perdida! Fue Isaías quien primero anunció ese martirio que iba a sufrir Cristo, el ungido de Dios. No seamos culpables, como predice el profeta, de despreciar y rechazar a ese «varón de dolores, hecho al sufrimiento».2 Aceptemos más bien el precio supremo que pagó para salvarnos, y digámosle: «¡Gracias, Señor, porque padeciste por mis pecados y porque, embriagado de amor por mí, quisiste llevar la pena de mi culpa!» | |||||||||
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Un Mensaje a la Conciencia Video | Audio 28 mar 13
Un Mensaje a la Conciencia
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En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos: «Me casé con un joven de veintiséis años.... Nos casamos para irnos a vivir a [otro país].... Íbamos [a conseguir] una visa de trabajo a través de mí.... Hace poco me dejó... y luego descubrí que él planeó casarse conmigo porque yo le conseguiría sus papeles. »Ahora vive con otra mujer.... ¿Cómo es posible que un hombre sea tan malo y despiadado en casarse sólo por conseguir algo...? Nunca me amó, y yo me enamoré de él como una estúpida y ahora sufro porque mi matrimonio fue sólo una mentira.... ¿Cómo es que existen hombres así tan malos? ¿Alguna vez pagan por lo que hacen?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimada amiga: »¡Lamentamos mucho el dolor que está sufriendo! Usted aprendió a las malas que los hombres no siempre son lo que aparentan. Casi todas las semanas nos cuenta su caso alguna mujer que se ha dejado engañar por un hombre que ella consideraba su príncipe azul. (Desde luego, las mujeres también pueden engañar a los hombres, pero eso parece ocurrir con menos frecuencia.) »Casi de seguro hubo señales de advertencia que usted pudo haber percibido. Cuando un hombre miente, no se hace responsable de su conducta, o trata de dominar a una mujer, ella debe de inmediato ponerle fin a esa relación. Cuando al parecer él no la valora, no la considera o tiene ciertos vicios, ella debe negarse a volver a verlo. Pero por lo general ella se convence de que puede cambiarlo, o de que él la necesita tanto que no puede arreglárselas por sí solo. ¡Mentiras, engaño, manipulación! »Usted pregunta cómo es que un hombre puede ser tan malo como para tratarla de ese modo. El apóstol Pablo explica que todos tenemos una “naturaleza pecaminosa”, es decir, pecado que habita en nosotros.1 A pesar de que a todos nos iría mucho mejor si siempre optáramos por hacer el bien en vez de pecar, Dios no nos obliga a ninguno de nosotros a que haga el bien. Al contrario, Él nos permite tomar nuestras propias decisiones. Pero a esas decisiones las acompañan ciertas consecuencias, y las malas consecuencias las sufren tanto los inocentes como los culpables. Por eso hay guerras, secuestros, homicidios y violaciones sexuales. Todos esos males son las consecuencias de decisiones que alguien ha tomado.... »Usted también pregunta si los hombres malos han de pagar por lo que han hecho. La respuesta es que todos algún día moriremos y luego se nos juzgará por el mal que hayamos hecho. Los que le han pedido perdón a Dios, en el nombre de su Hijo Jesucristo, y han reemplazado el mal que hay en su corazón por amor, compasión y bondad, no tendrán que sufrir el castigo por sus pecados, porque Cristo tomó sobre sí ese castigo al morir en la cruz. Pero los que no han aceptado a Cristo ni han buscado el perdón de Dios serán castigados sin remedio.» Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, se puede leer si se pulsa la pestaña enwww.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 228. | |||||||
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Un Mensaje a la Conciencia Video | Audio | Nuevo Caso de la Semana 27 mar 13
Un Mensaje a la Conciencia
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Siempre ha habido personas que les dedican una buena parte de su tiempo a los juegos de azar. Y siempre ha habido espectadores en esos salones de juego, apostados alrededor de las mesas, que han experimentado de cerca la agonía y el éxtasis de los que están arriesgando el dinero. En la antigüedad se le llamaba «pagar el barato» a la costumbre de dar, como propina, una pequeña parte de las ganancias a los sirvientes y a esos mirones. Era como si se lo merecieran por haber hecho acto de presencia y nada más. Actualmente se sigue esa costumbre en los casinos, bingos y otras salas de juego, donde es casi obligado dar una propina al crupier, a los empleados del establecimiento e incluso a los compañeros de mesa y mirones, cuando la ganancia que se obtiene es grande. Pero en los casos en que alguien se gana la lotería, y sus allegados, sobre todo los que estuvieron presentes durante la compra del billete, piensan que el afortunado jugador debe compartir con ellos aunque sea una pequeña parte de sus ganancias, se supone que el que así procede lo hace de buena gana y no por obligación. En cambio, antiguamente ocurría que cuando un ganador no cumplía con aquella costumbre que ya se había arraigado en la cultura del juego, los defraudados acompañantes solían exigírselo hasta con amenazas. Algunos llegaban al extremo de contratar a matones que vivían de eso. ¡Era el colmo de la presunción! De ahí que se acuñara la expresión «cobrar el barato», que enfoca a la persona que predomina por el miedo que les infunde a otras.1 A pesar de que representan dos extremos de conducta, hay algo muy importante que tienen en común una sala de juego y la antesala de la cruz de Cristo. Así como abundan los espectadores en los salones de juego, también los hay ante esa escena de la cruz, en términos específicos, todos nosotros. Pero a diferencia del juego de antaño, no fue un juego sino una batalla lo que libró Cristo por nuestra alma al morir en nuestro lugar y así ganar la victoria sobre el mal. Y no fue al azar sino premeditada esa victoria, planeada desde antes que naciéramos. Y los espectadores que reconocemos que la aparente derrota es en realidad una singular victoria nos hacemos acreedores no a una propina de la ganancia sino a la ganancia entera. Cada uno de nosotros gana todo, porque Cristo no se queda con nada más que la satisfacción de haber ganado en favor de nosotros. Así Cristo nos desarma de cualquier razón para «cobrar el barato» y exigirle que nos pague del fruto de su victoria; al contrario, es Él quien nos busca para invitarnos a que la aceptemos.2 No nos exige que aceptemos la salvación del alma, que es lo que ganó; más bien, nos la ofrece con amor y nos trata de tal manera que, lejos de tenerle miedo, lo amemos de todo corazón.3 | |||||||||
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Un Mensaje a la Conciencia Video | Audio 26 mar 13
Un Mensaje a la Conciencia
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Durante los primeros veinte años del régimen del general Francisco Franco, las autoridades españolas se esforzaban por garantizar que ninguna frivolidad comprometiera la solemnidad de la celebración de Semana Santa. A eso se debía que se cerraran los quioscos, los comercios, las salas de fiestas, los cafés, los teatros y los cines. Entre estos últimos, sólo se permitía que abrieran sus puertas al público los que presentaban películas religiosas. Fuera de una de estas películas, la única distracción que quedaba era visitar los monumentos de las diferentes iglesias. Año tras año, en Semana Santa, las calles de las ciudades, con muy poco tráfico automovilístico, se congestionaban de mujeres con mantillas y peinetas. En Barcelona esta reiterada costumbre dio pie a un caso embarazoso. El maquetista del reconocido diario La Vanguardia, a fin de ilustrar un reportaje, le pidió al encargado del archivo que buscara una fotografía de señoritas ataviadas a la forma tradicional. Éste logró encontrar una foto que correspondía al año anterior, y se la dio con el comentario: «Total, no hay diferencia.» ¿Cómo iban a saber esos dos dependientes «vanguardistas» que una de las muchachas retratadas había fallecido unos meses antes? ¡Pues por la llamada telefónica que a la mañana siguiente recibieron de parte de la indignada y dolorida madre de la difunta! Ya nos podemos imaginar la vergüenza que aquellos imprudentes empleados pasaron por semejante descuido, y la «fe de errata» que tuvo que publicar el desprestigiado diario.1 Lo cierto es que algo parecido, pero a la inversa y en escala mayor, ocurrió en los medios de comunicación dedicados a dar a conocer los sucesos de la primera Semana Santa. Según la historia sagrada, en el momento en que Jesucristo exhaló su último suspiro en la cruz, «la tierra tembló y se partieron las rocas. Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron. Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.»2 En el caso de la señorita española, a causa de un error inadvertido que se difundió como una versión extraoficial, a la gente se le dio a entender que ella, que había muerto, aún vivía y deambulaba por las calles de Barcelona, lo cual no era cierto. En cambio, en el caso de Cristo y de los santos, a causa de un engaño intencional que se difundió como «la versión oficial», a la gente se le dio a entender que ellos, que también habían muerto, no habían vuelto a vivir ni a deambular por las calles de Jerusalén, lo cual tampoco era verdad.3 Lo cierto es que éstos sí resucitaron, y es por eso que hasta hoy en cada Semana Santa hay tantos creyentes que celebramos su muerte y resurrección, confiados de que así como aquellos santos resucitaron con Cristo, también nosotros viviremos con Él eternamente tal y como nos lo ha prometido.4 | |||||||||
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Un Mensaje a la Conciencia Video | Audio 25 mar 13
Un Mensaje a la Conciencia
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(Día del Niño por Nacer) El juicio duró más de tres años. En todo ese lapso intervinieron, como siempre, defensores y acusadores. La prensa se interesó en el caso, y lanzó a los cuatro vientos todos los pormenores del juicio. Hasta que por fin el juez dictó la sentencia. «Que se entierren sin ninguna ceremonia religiosa», dictaminó. El juicio se realizó en Los Ángeles, California, en torno a dieciséis mil quinientos fetos humanos que un hombre mantenía en su casa, producto de otros tantos abortos. Muchos ministros religiosos y autoridades cívicas pedían un sepelio, mientras que varias entidades feministas exigían un simple entierro o una incineración. «No son seres humanos —alegaban las líderes de estas mujeres—. No son otra cosa que tejidos biológicos indeseados.» Este juicio conmovió la opinión pública en los Estados Unidos: en primer lugar, por la gran cantidad de fetos —producto de abortos provocados— que un solo hombre había juntado en menos de un año, dieciséis mil quinientos; y en segundo lugar, por el carácter o la categoría que se quería atribuir a esos fetos. Ministros cristianos, junto con los miembros de sus respectivas iglesias, pedían que a los fetos se les considerara seres humanos completos, y por lo tanto dignos de honras fúnebres. En cambio, otras entidades, especialmente mujeres partidarias del aborto, se oponían enérgicamente a semejante funeral. Algunas de estas sociedades femeniles llegaron a decir, con sarcasmo: «Un feto producto de un aborto es como un apéndice, o como una vesícula biliar o como un trozo de intestino cortado.» Así como a nadie se le ocurriría celebrar un funeral por unos pedazos de tejido —sostenían ellas—, tampoco debía celebrarse un funeral por un feto. Lamentablemente lo que sigue en tela de juicio es el carácter de la vida humana. A ninguna mujer sana que lleva un hijo en las entrañas se le ocurriría calificar a ese hijo que ya siente moverse en su vientre como simple «tejido biológico». Para esa mujer, al igual que para el hombre que lo ha engendrado, ese feto, esa vida, esa alma, es su hijo y no un simple trozo de tejido humano desechable. Sin embargo, para muchas personas en la actualidad la vida humana carece de valor. Por consiguiente, fácilmente, con ligereza y sin conciencia, echan mano del aborto para ponerle fin a la vida de seres humanos que no desean. Si esas pequeñas criaturas en gestación pudieran defenderse, con toda seguridad se valdrían de las palabras del salmista David y le implorarían a Dios: «Tenme compasión, Señor... un frío de muerte recorre mis huesos. Angustiada está mi alma... Vuélvete, Señor, y sálvame la vida; por tu gran amor, ¡ponme a salvo!... Libra mi vida, mi única vida, de los ataques de esos leones.»1 | |||||||
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Un Mensaje a la Conciencia
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Solemne, transcurría el funeral. Yacía en la caja un eminente clérigo que había dedicado toda su vida a servir a la humanidad. Largas filas de personas que habían recibido de él algún consejo sabio, alguna ayuda espiritual, incluso algún beneficio material, testificaban cuándo, cómo y en qué circunstancias el reverendo les había ayudado. En eso se acercó al ataúd un joven de unos treinta años de edad. Estaba mal vestido, sucio, con barba de una semana y con todas las trazas de alcohólico. Miró detenidamente al cadáver en la caja y, con emociones encontradas como de tristeza mezclada con resentimiento y odio, dijo: «Papá, ahora me doy cuenta dónde estabas tú cuando yo más te necesitaba.» Esta historia verídica, con profundo sentido humano, de un pastor eminente que dedicó toda su vida a proveer ayuda espiritual y consejo profesional a miles de personas, pero que no tuvo tiempo de prestarle atención a su propia familia, nos deja una tremenda lección. El proverbista Salomón, entre sus sabias máximas, escribió la siguiente: «Me obligaron a cuidar las viñas; ¡y mi propia viña descuidé!» (Cantares 1:6). Qué fuerte reprensión es ésta a los padres que cuidan de todo y de todos, pero se olvidan de ser amigos, consejeros y verdaderos padres de sus propios hijos. El pastor de la historia aconsejó a miles, hasta tener en su archivo más de tres mil tarjetas con nombres de personas a quienes había ayudado psicológica y espiritualmente. Pero entre esas tarjetas no aparecía la de su hijo. ¿Quiénes deben tener prioridad en el corazón, en los sentimientos y en el calendario de un esposo y padre? Su esposa y sus hijos. Nadie tiene más derecho que ellos a la atención, al amor, al cuidado y a la protección de ese padre. A cada uno de los que somos padres nos conviene examinarnos en este sentido. ¿Les hemos dado a nuestros hijos la atención, el tiempo y el interés que ellos tanto necesitan de nosotros? Nuestra responsabilidad primaria es, sin excepción, la familia: esposa e hijos. Nadie ni nada en este mundo debe ser más importante que nuestra familia. Jesucristo, que es el Señor de la vida, puede hacer de un hombre, desde el más sencillo hasta el más ilustre, un gran padre. Él quiere ayudar a cada uno. Basta con que nos postremos ante Él y le digamos con toda sinceridad: «Señor, me entrego a ti. ¡Ayúdame!» |
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En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Quedé viudo [en el año 2008, pero] uno puede volver a casarse, [¿no es así]? »Tengo dos hijos [de veintitrés y de diecinueve años]. ¿Tengo que pedirles su consentimiento, o no? Ellos actualmente cursan estudios superiores.... No sé cómo reaccionarían. Me encuentro en esa encrucijada.» Este es el consejo que le dimos: «Estimado amigo: »Lamentamos mucho que usted haya perdido a su esposa. No hay duda de que ha sido traumático tanto para usted como para sus dos hijos. Pero ya ha pasado más de un año, y parece que usted no va a querer afrontar el futuro sin una compañera. »... Los hijos suyos ya son adultos. Cada uno lleva su propia vida. Por eso, aun cuando sea difícil para ellos, no creemos que usted necesite pedirles su consentimiento para comenzar a salir con alguna mujer en plan de noviazgo o casarse con ella. »Hace sólo algunos años se nos presentó esa misma situación en nuestra familia. Un padre con hijos adultos volvió a casarse después de la muerte de su esposa. Hay varias cosas que él no hizo que pudieron haber evitado el dolor emocional que han sufrido sus hijos.... »Antes de comenzar a relacionarse con alguna persona con miras al matrimonio, usted debe tener una conversación al respecto con sus hijos adultos. Debe explicarles que, debido a que usted se sentía tan a gusto o feliz en el matrimonio que sostuvo con la mamá de ellos, ahora quiere volver a sentir lo mismo. Que no hay ninguna otra mujer que pueda reemplazar a su mamá, pero que usted espera poder encontrar a una mujer que pueda algún día llegar a ser amiga de ellos. »Es muy importante que los hijos adultos nunca vean a una nueva mujer en la casa de su mamá, ni mucho menos usando sus cosas. Así que nunca lleve a tal mujer a la casa en que vivieron juntos como familia. Y cuando encuentre a una mujer con la que quiera casarse, de ser posible, múdese a la casa de ella o hagan planes para vivir juntos en otro lugar. Permita que sus hijos se queden con cualquier pertenencia que les recuerde a su mamá, aun cuando le toque deshacerse del sofá o de la vajilla. »Recuerde la importancia que tiene darles ejemplo de buena conducta a sus hijos adultos en las relaciones amorosas que usted tenga. Porque así como usted cree que ellos no deben tener relaciones sexuales antes de casarse, también usted debe reservarse la intimidad sexual para el matrimonio. Recuerde que la Palabra de Dios dice que debemos tener “todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales”.1 »Aun después de casarse... asegúrese de mantener contacto constante con sus hijos. No le pida a su nueva esposa que sea ella y no usted quien se comunique con ellos. No sea culpable de que sus hijos sientan que han perdido no sólo a su mamá sino también a su papá. »Le deseamos lo mejor, »Linda y Carlos Rey.» El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace en www.conciencia.net que dice: «Caso de la semana», y luego el enlace que dice: «Caso 92». | |||||||
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