martes, 26 de junio de 2012

Dólar a remate

Dólar a remate

Absurda, es la única palabra que puede calificar la reciente y especulativa subida de las tasas de interés pasivas en los últimos seis meses. Dicha especulación no solo ha creado un costo enorme para el Estado costarricense al intentar financiar su flujo de caja, deteriorando aún más la situación fiscal de mediano plazo, sino que ha empobrecido a más de un millón de costarricenses que tienen créditos indexados a la tasa básica. 
Además, esa crecida de los intereses ha generado movimientos especulativos que ponen el dólar en remate. En un país con una tasa de inflación baja y estable, una economía que crece alrededor del 7% y con una creciente entrada de capital por inversión extranjera directa, no era de sorprenderse que el “overshooting” de las tasas de interés, provocara una corrida en contra del dólar y en favor, de los rendimientos especulativos en moneda nacional. 
Ante todo lo anterior, lo que más sorprende es que las superintendencias financieras han hecho la vista gorda, como gordos están quedando los estados financieros de nuestros bancos con el resultado de su juego especulativo de corto plazo. 
El dólar en remate ocasiona mayores daños al productor nacional que se dedica a la exportación y que ahora, no solamente debe batallar con un sindicato que cierra el puerto, sino también con la codicia de los bancos, públicos entre otros, que intentan hacer su domingo a partir del esfuerzo de los demás. 
En lugar de propiciar más eficiencia y de mantenerse cautos en sus carteras de gasto, han preferido el esquema de corto plazo de especular con su poder oligopólico, los así llamados bancos públicos tienen mucho que explicar en este campo. Al final del día, qué ingrato ha sido el sector financiero con el país, no solo se aprovechó de la ciudadanía para que se salvara capitalizándose en medio de la crisis financiera internacional, pero ahora les paga a los productores y trabajadores del país con medidas especulativas que hoy por hoy son un absurdo. 
La tasa pasiva debe bajar y desinflar la burbuja especulativa de meses atrás. Los precios de dicho mercado deberían reflejar la escasez relativa del dinero y no el interés de una camarilla financiera que vive a costa del sudor de los ciudadanos. 
Esta situación debe llamar la atención sobre a quiénes se pone en las juntas directivas y gerencias de nuestros bancos del Estado. 
La especulación observada debe llevarnos a reflexionar sobre el papel de los actores regulatorios y su necesaria independencia y actuación. 
Lamentablemente estamos cayendo en la captura del regulador financiero, en medio de un mercado donde la transparencia y el accionar ético correcto distan mucho de ser realidad. 
Deberíamos urgentemente cobrar los más de 20 mil millones al año de los cánones regulatorios no pagados y por supuesto, no debemos esperar a llegar a los extremos que ha llegado España para reaccionar como gobierno y como país y desatar a tiempo los nudos que hoy enredan el accionar de nuestro mercado financiero.

Leiner Vargas Alfaro
lavagrecia@gmail.com 

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