lunes, 20 de octubre de 2008

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El Ministro de la Presidencia (muy calladito después de los problemas con el BCIE) y el Ministro de COMEX salen en estos días acusando al PAC de boicot y exigiendo que tenemos que salvar el TLC para que entre en vigencia lo antes posible, para así poder seguir con el desarrollo nacional. ¿De qué están hablando? ¿Cuál TLC? No puede ser el que votamos hace un año. Debe ser más bien el que tienen ahora y que fue sacado de la manga. El TLC que votaron a favor una mayoría de una minoría de costarricenses tenía tres preceptos básicos sobre los que se montó una campaña del miedo contra los ciudadanos: más inversión extranjera, más empleos y más exportaciones. Eso fue lo prometido por este gobierno y por los dirigentes del SI previo al referendo. Hoy, ante la realidad nacional, centroamericana y la recesión económica en los Estados Unidos, esos tres preceptos tienen poco sustento real. Se cayó brutalmente el andamio del libre mercado que sostenía estas propuestas de tratados de libre comercio de los EEUU a los países centroamericanos. Este TLC, con el socio que manda moribundo, no traerá más inversión, ni más empleos, ni más exportaciones. Lo que si garantiza es que nuestra parte del trato si se cumple: con las leyes de implementación la Administración Arias Sánchez entrega las telecomunicaciones y los seguros y con ello un gran capital social de todos los costarricenses, nuestra biodiversidad, nuestro patrimonio indígena, nuestra seguridad alimentaria, nuestro territorio, costas, montañas y hasta potestades del Estado.

El TLC hoy por hoy no es de interés nacional en el sentido de ser factor de beneficio general. Las mayorías no tenemos ahora nada importante que esperar de este TLC. Pero además, el tratado que se sacaron de la manga requiere que los EEUU decida si cumplimos o no, y le permite a este socio comercial intervenir en la administración política, institucional, legal y constitucional de nuestro país, lo cual lo convierte en un tratado conveniente y enfocado únicamente en los intereses del gran socio que certifica, de las transnacionales en las que se apoya y en sus representantes nacionales. Para el pueblo de Costa Rica las desventajas hoy son muchas y muy evidentes.

Todavía se atreven a mentir diciendo que es un tratado de libre comercio y que hay que salvarlo, cuando lo que queda en realidad es un engaño y un irrespeto a nuestra soberanía que permite a foráneos saquearnos e imponernos condiciones que no ayudaran a nuestro desarrollo humano y económico. Cuando salen diciendo que este tratado hay que salvarlo porque nos conviene y es necesario para consolidar nuestro futuro, no hacen otra cosa más que mentir y ofender a los ciudadanos que piensan y saben realmente de qué se trata este vil negocio, pero además traicionan la confianza depositada en este gobierno.

Y entonces la mayoría de los costarricenses ¿Cuál TLC tenemos que salvar? Lo que algunos tienen que salvar es su negocio con las transnacionales farmacéuticas, o con las transnacionales de telecomunicaciones, o las empresas extranjeras de seguros, o su negocio de exportación de azúcar y etanol, y otros negocios más. Este TLC es de interés de los gobernantes de turno, de sus amigos empresarios y de las transnacionales. Eso es lo que tienen que salvar.

Lo tienen que salvar porque no pueden esperar a que Obama lo someta a revisión en sus aspectos laborales y ambientales y abra la posibilidad de otros cambios en otros temas. Lo tienen que salvar antes de que otros presidentes además de Obama (pronto lo será) y Ortega de Nicaragua pidan su revisión. Lo tienen que salvar antes de que la evidencia que brota de los otros países de Centro América muestre más y más que lo que se prometió en inversión, empleos y exportaciones fue una farsa. Lo tienen que salvar antes de que el pueblo, ahora desinformado, entienda realmente de qué lo han despojado. Lo tienen que salvar para salvar su propio pellejo, porque ya han demostrado hasta la saciedad que el pueblo poco les importa.

Fuente:
Jorge Hernández V.
Educador